¿Lima, la gris? Cobra color en pareja

Miles son los chilenos que por estos días deciden ir a pasar un fin de semana a Lima, buscando disfrutar del aire de la costa del Océano Pacífico, comerse un contundente plato de cebiches y causas limeñas mirando el mar desde La Rosa Náutica o deleitarse con las diferentes variedades de pisco existentes en la región. 

Por Montserrat Martorell

Ya sea caminando por el Malecón de Miraflores, perdiéndose entre las estrechas calles de Barranco o descubriendo las riquezas que guarda su centro histórico –declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1988-, la capital peruana sigue siendo una visita obligada dentro de las rutas latinoamericanas.

La amabilidad y el trato de su gente, la belleza del Rímac o el respeto a cada una de las culturas que conforman su territorio, son algunas de las razones que hacen que “La ciudad de los reyes” no pierda su encanto durante ninguna hora del día.

Punto obligado es la gastronomía peruana, una de las más reconocidas del mundo, por su mezcla de texturas, colores y sabores. En esa línea “La Rosa Náutica” es una de las opciones más interesantes a la hora de disfrutar de un momento sibarita.

Nacida hace casi treinta y cinco años, marcó un punto de quiebre en el boom culinario que vendría tanto tiempo después. Destaca su construcción, sus vistas panorámicas y el estar precisamente emplazada en un muelle en el medio del mar.

Imperdibles son el carpaccio de pulpo, algunos de sus versátiles cebiches así como los tiraditos, la causa roll (papa amarilla rellena de pulpa de cangrejo, palta y pepino, cubierta en salsa encebichada de pescado y juliana de ajíes secos al sol y nori) o un delicioso chupe de camarones. Qué decir del mousse de chocolate crocante, su mágico suspiro de lúcuma o la famosa Tarta Tatin. Si pensaba que nos olvidábamos del pisco sour, deténgase. No sale de ahí ni de ningún lugar del Perú sin que sus sentidos sepan cómo se hace este buen cóctel de limón.

Entre piscos

Si algo no sabemos los chilenos o, al menos, no acostumbramos a hacer es tomar el pisco, así, sin mezclas ni preservantes. Ese es el secreto mejor guardado de Entre Piscos, Resto-Bar cuyo dueño recoge la tradición de más de cincuenta cepas.

Inaugurado en 2003 y abierto de martes a sábado, su creador, Ricardo Carpio Valdés (45), reconoce que su sello es la calidad y explica que el proyecto nació “como homenaje en vida a mi abuelo materno. Él era del ejército peruano y solo consumía pisco. Yo tomaba esta bebida desde que tenía un año. Es un tema muy familiar” y agrega: “Mi abuelo falleció el año pasado. Era profesor. La idea era que él viniera para acá con sus amigos, con sus colegas, desarrollar los encuentros que hacíamos en la casa, durante toda la vida, pero aquí… ser capaz de degustar un aperitivo que te va abriendo el hambre y que después te ayuda a bajar la comida. Mis reuniones familiares podían durar dos o tres horas y en ese rato nos tomábamos alrededor de 10 a 15 litros entre hombres y mujeres. El pisco es algo artesanal, de cultura, no es un producto que se pueda hacer de manera industrial, de ninguna manera”.

Después de que se murió su abuelo, las personas siguieron viniendo al local de Carpio, ubicado en Avenida Petit Thouars 5390, Miraflores. La pregunta: ¿Quieres tomar un buen pisco? Inmediatamente llevaba a la respuesta de que había que conocer este lugar al que viajan permanentemente enólogos y sommeliers de todas partes del mundo.

                                           Ricardo Carpio

“Toda la vida nosotros comíamos y bebíamos y en el Perú históricamente la gente come o bebe. Lo que hice fue reformular esta tradición y lo llevé a lo que toda mi vida he hecho: comer y beber”, señala Carpio, quien comenta que “si tú vas a restaurantes acá en Lima, puedes ver que la gente está comiendo y tomando Inca Kola. La gente no consume alcohol. Eso no es maridaje. ¿Por qué? Precisamente porque tienen miedo de la mala calidad de los productos. Los cocineros no conocen las bebidas alcohólicas, las personas que trabajan aquí, sí y no te va a pasar tener una mala experiencia. Por ejemplo, yo me retiré del tema pisco unos cuatro años porque me dieron uno muy malo en un sitio y no me pude levantar de la cama en dos días. Eso me marcó”.

Y continúa: “Estamos abriéndonos para que todo el mundo conozca y aprenda. Eso ha significado que hasta hace seis años encontrabas las mismas marcas grandes, ahora encuentras las pequeñas. Lo mismo en los restaurantes. Nosotros estamos contentos porque hemos llegado a incentivar esto, el trabajo con las bodegas artesanales”.

Carpio, quien es profesor y viaja por el mundo enseñando y mostrando los sabores de su tierra, sostiene que “el mensaje es aprender sobre la realidad del pisco peruano. No se sabe lo que es el pisco. Muchos de nuestros clientes son chilenos y cuando vienen, preguntan y nosotros respondemos, hacemos catas. Acá vas a entender cómo es el producto. No solamente te vamos a servir”.

“Cuando abrí el espacio, dije: así me cueste caro, lo voy a hacer como a mí me gustaría que me atendieran. Nosotros ponemos la mayor calidad. No nos interesa la ganancia sino que la gente aprenda. Es una cosa de agradecimiento no solo a mi abuelo sino a los productores de pisco que me dejaron entrar en sus bodegas y conocer todos los procesos. ¿Cómo les agradezco? Yo no les puedo pagar, pero sí puedo hacer todas estas charlas, brindar toda esta información para la gente y que a ellos les compren sus botellas. Ese es nuestro fin”.

Una duda que siempre surge es: ¿A qué temperatura se toma el pisco?

Carpio es directo: “A la que tú quieras. Hay personas que lo quieren más frio o más caliente, desde mi punto de vista no puede ser ni frío frío ni caliente caliente, debería ser un intermedio de 15-16 grados, normalmente a temperatura ambiente”.

En “Entre piscos” se pueden encontrar tres tipos de catas diferentes. Se cobra por persona y el precio incluye la charla. La cifra puede oscilar entre 33 y 55 dólares e incluye cinco copas, coctelitos y piqueos. Incluso, si quieres sorprender a tus invitados, ellos van a tu casa con todos los implementos para hacer una cena maridaje que dura alrededor de tres horas y que te permite disfrutar no solo de lo ya mencionado sino que de exclusivos platos peruanos.

Veintisiete años lleva Carpio en el negocio de la hotelería y el turismo. Es un conocedor del rubro que sabe lo que habla: “Es el espacio que creamos para la familia, para mi abuelo y el que marcó el camino para el resurgimiento de las bodegas artesanales o del verdadero pisco. Dimos un paso para adelante y eso es un orgullo. Yo acá hago lo que realmente me gusta. Es mi primer hijo, el que me ha dado posibilidades de conocer montones de gente, países y productores, conocer a las personas más antiguas del pisco, de la producción. Haberlos conocido, estar con ellos y sacarle toda la información que pude, me abrió las puertas para un montón de cosas… ¿qué pasara más adelante? No lo sé y no me preocupa tampoco. Todo va caminando y disfruto haciendo lo que hago. Para mí no es un trabajo. Para mí es un hobby que se volvió negocio”.

Lima en pareja

Una escapada romántica a Lima tiene encantos insuperables, como recorrerla en bicicleta o caminar por la Costanera para abrazarse y retratarse frente al monumento al beso. Inaugurado el 14 de febrero de 1993 en el distrito de Miraflores junto al puente Villena Rey, el Parque del amor no deja indiferente a sus transeúntes. En su centro, una imponente escultura bautizada “El Beso”, del artista Víctor Delfin, representa a dos jóvenes enamorados que, acostados besándose, alcanzan los 12 metros de largo por tres metros de altura.

Uno de sus principales atractivos es que está bordeado por un muro ondulante de mosaicos donde están grabados los nombres de cientos de parejas y se leen fragmentos de los poetas más importantes del Perú. Destacan, entre otros, “te desvisto como quien pela una fruta” de Jorge Díaz Herrera; “somos un poco la sombra de lo que fuimos” de Óscar Valdivia; “amor es solo un pájaro que deambula” de Rocío Romina Bances; “mi sueño es una isla perdida” de Alberto Vega o “mi recuerdo es más fuerte que tu olvido” de Carlos A. Salaverry.

De esta manera, alimentando el mito del amor para siempre, no son pocos los recién casados que asisten al parque para sellar con un beso la consagración de su matrimonio o aquellos que el Día de San Valentín acuden para ser el ganador del concurso por el beso más largo.

Si de atardeceres se trata, este es uno de los mejores miradores. Situado sobre un acantilado de frente al Océano Pacífico, el Parque del Amor es el lugar preferido para quienes gustan de contemplar una mágica puesta de sol.

Otro pase imperdible, dentro de las novedades de Lima, es recorrer en la noche el Circuito Mágico del Agua, inaugurado el 26 de julio del 2007, el complejo de fuentes más grande del mundo, según Guinness y después de Machu Picchu el segundo lugar más visitado del Perú.

Se trata de 13 fuentes cibernéticas, apoyadas con la más alta tecnología donde la música, el agua, el sonido y luces láser se mezclan para presentar espectáculos únicos e increíbles… y lúdicos.

Patrimonio de la Humanidad

El centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, maravilla al visitante con su arquitectura colonial y balcones tallados de madera, así como permite ser testigo de la imponente Catedral y los conventos de Santo Domingo y San Francisco.

Si de pasajes inolvidables se trata, la Plaza Mayor es uno de ellos.

Conocida también como Plaza de Armas de Lima, es el sitio fundacional de la ciudad y principal espacio público. A su alrededor se encuentran los edificios del Palacio de Gobierno del Perú, la Catedral, la Iglesia del Sagrario, el Palacio Arzobispal, el Palacio Municipal y el Club de la Unión.

Sobre ésta, ya lo decía el historiador y sacerdote Bernabé Cobo: “…la cual es la más capaz y bien formada que yo he visto, ni en España. Ocupa todo el sitio de una cuadra, con el ancho de las cuatro calles que por todos los cuatro lados la cercan, y así tiene de ver pues por los cuatro lados mide más de dos mil pies; es muy llana…”.

La plaza San Francisco es otro de los lugares fundamentales del recorrido. Situada en Barranco, es uno de los barrios más románticos y bohemios. Construida por José Tiravanti, ingeniero italiano que llegó a Perú en 1850, la iglesia que lleva el mismo nombre estuvo a cargo de la congregación Franciscana. De allí su nombre.

El paseo por las iglesias es también único pues muchísimas de ellas datan de los siglos XVI y XVII.

La fachada de la Catedral es de estilo renacentista y sus altas torres neoclásicas no dejan impasible a nadie dada su variedad de estilos: desde el gótico tardío al barroco y plateresco, entre otros.

Sus raíces son históricas: en 1821, José de San Martín proclamó la Independencia del Perú ahí. Posteriormente salió en procesión llevando la nueva bandera del país. Desde 1991 la Catedral es Patrimonio Cultural de la Humanidad y su visita una obligación al pisar suelo limeño.

Durante la semana, ofrece a los turistas el recinto religioso como museo, permitiendo admirar las notables obras artísticas de épocas coloniales.

El Palacio de Gobierno es la sede principal del Poder Ejecutivo y la residencia del presidente de la República. Está ubicado en la Plaza de Armas del Centro Histórico y es conocido también como “Casa de Pizarro” debido a que su construcción se realizó bajo las órdenes del fundador español del mismo nombre.

Un regreso al pasado

Estudiado, conservado y restaurado desde 1981 por un equipo multidisciplinario, Huaca Pucllana es un sitio arqueológico que data entre 200-700 DC y uno de los principales atractivos de Lima, congregando a miles de viajeros cada año.

Ubicada en la costa central del Perú y totalmente integrada al entorno urbano, está construido con adobes y rellenos de cantos rodados y arena.

Conformado por una pirámide alargada y escalonada de 25 metros de altura que el visitante puede conocer para interiorizarse respecto a cómo era el centro ceremonial, en la actualidad el sitio se encuentra resguardado por las leyes de protección del patrimonio cultural y desde hace casi 30 años exhibe los principales hallazgos efectuados como parte fundamental de la construcción de una identidad histórica.

Destacan los cántaros ceremoniales, ofrendas mortuorias en miniatura, esculturas en cerámica de tiburones e implementos usados en los sacrificios. Una muestra de textiles polícromos bien conservados de la cultura Huari complementa la exhibición de algunas ofrendas halladas en las tumbas.

Por su parte, Huaca Huallamarca es el monumento arqueológico más importante en San Isidro. Ubicado en la calle Nicolás de Rivera 201, los turistas pueden adentrarse en su magia de martes domingo entre las 9.00 y 17.00 horas, para conocer los testimonios hallados en sus tumbas que comprenden la historia vivida desde el siglo VI DC hasta el advenimiento de los incas en el siglo XV.

Ya lo sabe, si tiene que escaparse por un fin de semana a Lima y quiere hacerlo romántico, anímese y hágalo en cualquier momento del año, porque la capital del Perú lo cautivará con sus encantos.

 

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El Periodista