Contra el olvido: crítica de José Ignacio Silva al libro «Algo nuevo anterior» de Mauricio Redolés

Algo nuevo anterior (Lumen), es cotidianeidad compartida, trozos angelicales de memoria, paleadas oscuras en el recuerdo, luz sobre lo que estaba escondido.

Por José Ignacio Silva A.

En 2018 se cumplirán cuarenta años de la publicación de Me acuerdo, el libro en el que el escritor francés Georges Perec tuvo a bien no hacer un estricto ejercicio de memoria, sino más bien verter letanías, instantáneas, pequeñas postales que, de alguna forma, lograron agarrarse a las paredes de su cerebro.

Fiel a su carácter experimental, Perec repitió el ejercicio del pintor Joe Brainard, que fue al rescate de su memoria a través de frases sueltas, sentencias, epigramas. Pues bien, el ejercicio sigue vigente, y en nuestro país es el músico y poeta Mauricio Redolés quien tomó la posta en Algo nuevo anterior, su propio compendio memorialístico.

Siguiendo el esquema de Perec y Brainard, el autor aporta cuadros breves, instantáneas que retratan estaciones de su vida, con escenarios distintos y distintivos, como Inglaterra, Alemania o el Barrio Yungay, lugar de Santiago del cual Mauricio Redolés es un señero referente.

«Mi tía Blanca compró un televisor Geloso de 23 pulgadas el año 1965. El 66 yo entré al Liceo Amunátegui. Me hice de algunos amigos y, previo permiso de mi tía, los invité a ver Batman un domingo en la tarde. Quedamos de juntarnos en Esperanza y Moneda ese domingo a las tres. Todavía los estoy esperando».

También son escenarios otros tiempos, como la infancia del autor o momentos duros, como cuando enfrentó la tortura, la que, según propia confesión de Redolés, lo atemorizó más que la propia muerte.

Aún así, su espíritu, su irreductible humor relucen: «En el campo de concentración de Colliguay, donde íbamos a dar la mayor parte de los presos políticos de Valparaíso y alrededores, un equipo de baby fútbol que participaban de un campeonato interno se llamaba “Los Coopera, Huevón, Coopera”, y el grito de guerra era “¡Coopera Huevón!”, gritaba uno, “¡Coopera!”, contestaba el resto, así tres veces, y al final todos al unísono: “Co-Pe-Ra-Hue-Von-Co-Pe-Ra”».

Este recorrido por los recuerdos de Mauricio Redolés puede realizarse sin seguir orden, puesto que parecen aparecerse y ordenarse de la misma forma en la que lo que recordamos se dibuja frente a nosotros.

Abrirlo al azar permite apreciar su carácter, al tiempo que se viaja a los confines de su memoria, que, a la vez, es un recorrido por una historia particular de Santiago, de Chile, de la represión, de la tortura, del horror, del exilio, de la música, de la poesía, de la melancolía, «Cuando se corta la luz en la casa, prender la luz para buscar las velas equivale a buscar el teléfono de un amigo para contarle que él ha fallecido».

«Creo que cada época que nos tocó vivir tuvo un particular encanto. Recuerdo especialmente, entre mis siete y trece años, algunas librerías a las que iba en la calle San Pablo. Ir a esas librerías en mi infancia era entrar en una cueva de soluciones: los cuadernos empastados de antes del espiral. El último grumete de la Baquedano, de Coloane, y el infaltable Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, son contar el mejor invento para nosotros los niños: las láminas del álbum Mundicrom, que solucionaban horas de dibujos para las carpetas. Evidentemente no existía Internet. Gracias a Dios, a Zeus, a Marx, a Mahoma, a Alá, no existía internet».

Algo nuevo anterior, es cotidianeidad compartida, trozos angelicales de memoria, paleadas oscuras en el recuerdo, luz sobre lo que estaba escondido.

Mauricio Redolés

Algo nuevo anterior

Lumen, Santiago, 2017, 229 págs.

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El Periodista