Mauricio Daza: Piñera y las empresas “zombis”

Piñera no está siendo evaluado por el mercado ni por un grupo de accionistas como empresario, ponderando si ha servido bien el interés de sus compañías, sino que por la ciudadanía y como candidato a la Presidencia.

Por Mauricio Daza Carrasco*

La candidatura de Sebastián Piñera ha criticado duramente los cuestionamientos recibidos por su conducta en el mundo de los negocios, especialmente en lo relativo a la adquisición de empresas con pérdidas tributarias -también conocidas como “zombis”- todo esto con la evidente finalidad de rebajar impuestos. Argumenta que tales conductas desarrolladas hace décadas serían perfectamente legales, y que habrían sido generalizadas en el ámbito empresarial. Sostiene, además, que las preguntas efectuadas por periodistas sobre esta materia en foros televisivos serían ilegitimas, correspondiendo en realidad a una suerte de campaña deliberada para denostar gratuitamente al candidato que lidera las encuestas. Así, quienes cuestionan la ética de tales actos se trasformarían en una suerte de “catones de la moral”, colocándose en una falsa posición de superioridad.

Más allá de lo pedestre que puedan parecer en un primer momento los términos en que se ha formulado esta controversia, existe un punto que resulta extremadamente relevante, y que trata sobre cuáles son los parámetros lícitos de escrutinio aplicables a quienes pretenden ocupar un cargo de representación popular, especialmente tratándose de la Presidencia de la República. En este contexto, es importante conocer la conducta personal de los candidatos a fin de establecer cuál es su grado de compromiso real con el interés público, además de indagar si cuentan con ciertas cualidades relevantes para el cargo, tales como honestidad y probidad.

En el caso de las “empresas zombies”, es cierto que adquirirlas para rebajar la carga tributaria de quienes las compraban era una conducta conocida y habitual en el empresariado, la cual fue validada en los hechos por la autoridad tributaria durante largo tiempo, y que recién a partir de la última reforma aprobada el año 2014 podría ser calificada jurídicamente como “elusión”, a la cual por lo demás se le asignó un reproche legal de baja intensidad, consistente básicamente en el pago de los impuestos que se dejaron de cancelar a través de estas maniobras. También es cierto que según la lógica de mercado en la cual nos encontramos insertos, profundizada en nuestro país durante los últimos 25 años, las empresas deben maximizar sus utilidades, bajando y externalizando sus costos. Sin embargo, Sebastián Piñera hoy no está siendo evaluado por el mercado ni por un grupo de accionistas como empresario, ponderando si ha servido bien el interés de sus compañías, sino que por la ciudadanía y como candidato a la Presidencia de la República, cargo en el cual deberá hacer primar el interés general por sobre cualquier interés particular, en la gestión del poder público. De esta forma, no sólo es legítimo, sino que también necesario que los votantes conozcan profundamente estos actos, a fin de que cuenten con elementos suficientes para definir a quien confiarán su sufragio. Por otra parte, el confrontar a los candidatos con sus propios actos, también es un medio para apreciar sobre la sinceridad de sus respuestas frente a la opinión pública.

No entender que dentro de la dinámica normal de una elección competitiva es legítimo que se haga un escrutinio serio y profundo acerca de las conductas que han desarrollado los candidatos, y que en cambio se opte por atacar con frases hechas y vacías a quienes efectúan ese ejercicio, especialmente desde el periodismo, es un indicio muy preocupante sobre la compresión y compromiso real que tienen el ex presidente y un grupo de sus partidarios, con los valores que fundan una verdadera democracia.

*Abogado. Magister en Derecho.

 

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