Carta abierta a la Presidenta Bachelet sobre mi pueblo mapuche
Me dirijo a su persona con el afán de hacerle llegar mi preocupación por la criminalización que sufre mi pueblo mapuche. Digo mi pueblo, pues por mis venas corre sangre Pehuenche herencia de mis ancestros, que con orgullo y valentía pienso transmitir a mis futuras generaciones.
Por Máximo Quitral, Historiador y cientista político
Me tomo la insolencia de escribirle estas líneas, porque siento que lo que está ocurriendo en la región de La Araucanía sobrepasa todos los sentimientos que el mapuche puede soportar. Noto en sus acciones mucho revanchismo hacia mi pueblo, al punto que las últimas detenciones forman parte de una neo-pacificación como la ocurrida durante la segunda mitad del siglo XIX, pero sin dimensionar los resultados que ésta pueda aparejar. ¿Es posible calificar al mapuche como “terrorista” cuando su presencia en esta tierra tiene más años que el propio término que se le aplica? ¿O es que ese etnocentrismo barato con el cual se nos ha querido engalanar ha terminado por erosionar las raíces de tan bello pueblo? Temo que sí y creo que lo que se busca hoy con el plan “huracán” es extirpar del imaginario chileno todo gen mapuche, como si formar parte de este pueblo fuera un pecado original.
La quiero transportar en el tiempo, porque esta carta no sólo busca hacerla reflexionar de lo mal que está obrando el estado chileno con el pueblo mapuche. La vida de un colono no es superior a la de cualquiera de nosotros y la preocupación por la quema de maquinarias e iglesias en la zona en cuestión, no la deben empujar a desarrollar una “cacería” sin control de algún lonko o machi, como hoy ocurre. Lo que se requiere en la zona es diálogo y el cese del hostigamiento del estado, cuestión elemental en un país que dice privilegiar la democracia. Tal vez sus asesores no la hayan puesto en conocimiento, pero hay mapuche en huelga de hambre que suman más de 100 días, haciendo peligrar su integridad física. No quiero pensar que para Ud. la vida de un mapuche vale nada, pero siento que la indolencia está superando a la estadista. No se olvide que de nuestro lado tenemos varios muertos, como Daniel Menco asesinado bajo el gobierno de Eduardo Frei en el norte de Chile, o el caso de Alex Lemún, que bajo el mandato de Ricardo Lagos se terminó con su vida de un disparo en la cabeza. Como no recordar la desaparición de José Huenante de 16 años de quien hasta la fecha no se tiene información de su paradero y que se ha hecho poco y nada por esclarecer su situación. El caso más recordado es el de Matías Catrileo de 22 años quien en 2008 y bajo su mandato, fue asesinado con dos tiros por la espalda. En 2009 fue asesinado Jaime Mendoza Collío de 24 años, que luego de la aplicación de exámenes forenses, se descubrió que recibió un disparo por la espalda, derrumbando la tesis de la policía que esgrimió que las balas fueron en legítima defensa. No quiero que interprete esta carta como una lógica del “empate”, sino que quiero hacerla meditar que seguir aplicando la ley antiterrorista -esa que bajos los gobiernos de la concertación fue usada con abuso y sin remordimiento- es un completo error si lo que busca es darle salida política al tema. Por esta situación es que en estos momentos tenemos peñis en huelga de hambre reclamando sus derechos, niños gaseados en los allanamientos a las comunidades y un estado policial que no contribuyen en nada en acercar posiciones.
Quizás estas palabras expresadas a través de esta carta no lleguen a su destino final o no generen ningún interés de su parte, pero tenga presente que al menos hay alguien al que le preocupa lo que está pasando con nuestro pueblo mapuche, etnia que de todas formas merece respeto y consideración.
Es de esperar que de todos lados comencemos a presionar para que más temprano que tarde, el pueblo mapuche logre convivir en paz y sin temor de ser perseguido por su color de piel, por apellido o por cualquier circunstancia ajena a nuestra historia.
Fraternalmente,
Comparto tus sentimientos por tu etnia Pehuenche y por sobre todo el clima de tensión que viven las comunidades de la Araucanía Chilena, lamentablemente esto se viene arrastrando por siglos, desde la conquista de los españoles y mas tarde por la republica, yo como chileno quisiera ver de una vez por toda, el entendimiento entre todos nosotros, pero lamentablemente hay una historia muy larga en donde los intereses se contraponen, la de un pueblo y una raza avasallada a través de los tiempos, que no se respeto su identidad, así lo relato, Alonso de Ercilla, y mas tarde escritores nacionales, que mencionaron la tragedia de este pueblo por la colonización de bastos territorios, desde la línea de la frontera hacia el sur, creándose un conflicto que en estos tiempos es difícil de solucionar, la historia les reconoce sus sufrimientos, pero también la tozudez de no integrarse desde la republica, con todos sus derechos como pueblo originario. Comprendo vuestra desesperanza, el poco reconocimiento por el estado de Chile en épocas pasadas, en donde los intereses particulares fueron mas poderosos que los gobiernos de Chile en el siglo XlX y XX,quienes trataron de pacificar la Araucanía a como diera lugar.
Hoy según mi modesta opinión, este conflicto tiene para largo, es difícil la integración, el dialogo y el consenso, no se a tenido respuestas mutuas, ya que hay una barrera de como las autoridades visualizan y proyectan soluciones y los afectados no reconocen los esfuerzos de las autoridades para encontrar soluciones efectivas de paz, ya sean políticas y judiciales, ojala que las comunidades entiendan que la violencia no es el camino, el estado es mas fuerte y para ello sus dirigentes deben encontrar la solución mediante acuerdos políticos responsable y que tenga duración en el tiempo.