Parece abrirse hipótesis de una izquierda viable electoralmente
Las condiciones contextuales parecen mostrar evidentes características promotoras de la irrupción de una fuerza por izquierda.
Por Alberto Mayol, académico Usach
La elección municipal de 2016 marca un debilitamiento radical del sistema político y una proyección evidentemente favorable para la derecha con miras a la siguiente elección presidencial. Sin embargo, hay un hito, que no en vano es la mayor sorpresa de la elección: se trata del abrumador triunfo del postulante del Movimiento Autonomista, Jorge Sharp, en la comuna de Valparaíso, con más del 50% de los votos. Es posible que esta victoria sea una anomalía, por haber enfrentado a dos candidatos con un posicionamiento débil, uno por corrupción y el otro por la acusación de superficialidad y falta de experiencia. La tesis de esta victoria como una anomalía tiene ciertas debilidades, pero debe ser examinada. Sin embargo, más importante que dicha hipótesis es el análisis de otra alternativa; la opción que declara el triunfo de Sharp como una señal de la posibilidad de construir un referente político por izquierda, excluyendo de él a la tradición concertacionista que monopolizó el epíteto de ‘la izquierda’ por toda la transición.
La tesis de una tercera fuerza o frente amplio se ha discutido en innumerables ocasiones y, aunque ha sido una obsesión de la izquierda, la verdad es que siempre ha sido una carente de anclaje en el deseo verdadero y en la operacionalización real. La principal duda ha sido siempre su viabilidad. Numerosos partidos o movimientos a la izquierda han estado convencidos de la imposibilidad de un triunfo en ese orden. Por eso es que la señal de Sharp es tan potente, pues un candidato desconocido triunfó en una ciudad principal solo sustentado en el trabajo y la convergencia de las fuerzas de izquierda. Es posible que esta hipótesis merezca un ejercicio de falsación (procedimiento experimental que desmiente un enunciado o teoría científica), pero también merece una enunciación clara. Y es que las condiciones contextuales parecen mostrar evidentes características promotoras de la irrupción de una fuerza por izquierda. El escenario de descomposición política de ambos pactos principales, la derecha y la Nueva Mayoría, implica que han perdido entre ambos un millón cuatrocientos mil votos en 8 años, repartidos exactamente mitad y mitad. Y esa votación ha migrado a la abstención electoral o a otras fuerzas políticas. No en vano en la anterior presidencial los candidatos que promovían la asamblea constituyente sumaban casi 30%. Y es que es muy probable que el actual escenario redunde, más temprano que tarde, en una estructura de tres tercios. Pero la pregunta sobre cuál será el tercio a la izquierda es crítica. La experiencia internacional muestra un debilitamiento radical del reformismo limitado representado por los partidos socialistas tercerviístas. Y en esos escenarios, estos se derechizan y/o se izquierdizan. Es posible que el PS se convierte en un centro político débil y se construya un mundo por izquierda. O es posible que una estructura cínica de reflexión predomine y la población asuma que es más valiosa la realidad que la justicia, quedándose en las fuerzas dominantes por derecha.
Hoy la hipótesis de una izquierda viable electoralmente parece abrirse. Merece examen, merece acuciosidad. Y merece que los líderes políticos del sector aborden el desafío, sin temor a la siguiente derrota y sin escuchar los cantos de una sirena ya bastante maltrecha que ofrece empleos de corto plazo y que está desprovista de historia: la Nueva Mayoría.