Los espantosos
Esta cultura o sociedad nuestra hace la vista gorda frente al hombre agresivo, dándole autoridad de macho, estatus que configura entre algunas minorías una cualidad incomprensible y peligrosa. Las mujeres están mal educadas al respecto. Los toleran, algunas los aman, y hay quienes los respetan.
Por Marta Blanco*
Hay hartos más de los necesarios. Me refiero a los hombres mal nacidos y peor educados. Los agresivos sin medida. Los que hacen sufrir a sus madres, sus mujeres, sus hijos y a quien se les ponga por delante. Pocos lo dicen y menos una mujer. ¡Cómo se le ocurre ser tan desatinada!
Pero, ¿no se ha encontrado nunca con ninguno? Porque son cosa seria; quiero decir, se toman muy en serio. Tanto, que son humoristas excelentes cuando hacen el ridículo. Pero un hombre espantoso no solo hace el ridículo. Atacan a mansalva, pegan o roban o golpean niños o se emborrachan o corren en el auto, aunque vayan a misa o a almorzar donde la abuela. Son los que saben política, economía, cocina, historia, hípica, tenis, fútbol y el tema que se toque. Se apoderan de inmediato de la espada y dan sablazos a diestra y a siniestra. Sablazos con la lengua, por supuesto. Se toman la palabra, les dicen mijita a las mujeres con displicencia, y hasta ñatita. En privado son animales peligrosos: pegan cachetadas, insultan, tiran el plato de comida al suelo, gritan y despotrican y le hacen la vida imposible a hijos, mujeres y subordinados.
Esta cultura o sociedad nuestra hace la vista gorda frente al hombre agresivo, dándole autoridad de macho, estatus que configura entre algunas minorías una cualidad incomprensible y peligrosa. Las mujeres están mal educadas al respecto. Los toleran, algunas los aman, y hay quienes los respetan.
Acabamos de saber de otro espécimen del grupo: le arrancó los ojos a su mujer. No es bueno escribirlo, pero hay que decirlo por su nombre. Un tipo deleznable y repulsivo que la persiguió, la atacó con piedras y la dejó por muerta –imagino–, tirada en la calle.
“¿Qué nos pasa? Chile es devastador para una mujer que tiene que luchar por la vida”
Veintiocho años tiene Nabila y cuatro hijos. Ya no será la misma. Aún no sabe que está ciega. Menos, cómo le ocurrió. Las mujeres chilenas –demasiadas– son sometidas económica, cultural o socialmente. Esto tiene que terminarse. La mitad de la especie mirada en menos, maltratada, golpeada, muerta por algún criminal que no será condenado a muerte y ni siquiera a prisión perpetua.
¿Qué nos pasa? Chile es devastador para una mujer que tiene que luchar por la vida. Los salarios, pésimos, los trabajos, escasos o de mala calidad, la mujer termina invisible en la edad madura. El hombre chileno celebra a las nínfulas, desprecia a la mujer con ideas, se incomoda cuando tiene convicciones políticas, económicas, históricas. Esto, que muchos ni meditan, es muy común.
Nabila es otra más de las mujeres destruidas por el hombre que aman. Como dijo Wilde en “La balada de la cárcel de Reading”: “for each man kills the thing he loves, yet each man does not die”.
Este tipo no murió, aunque la gente le demostró a gritos su desprecio y su odio. Bien digo: odio.
Ni aun así recibirá su merecido. Ello solo vendría desde adentro de su alma, un arrepentimiento, una luz, un dolor.
Pero ni siquiera está en peligro de extinción. Es un modelito que se lleva todavía en este país de la Mistral, flaco como una lagartija, donde los hombres de malos instintos abundan más de lo saludable para tanta mujer débil, fragilizada por la cultura, dominada por la necesidad económica y a veces por una insensata cantidad de hijos. Pienso en Nabila. Veintiocho años y cuatro hijos. El mayor de catorce años. Saquen la cuenta. Era una niña cuando dejó su futuro atrás.
Espero que ese hombre no salga de la cárcel.
Dña. Marta, muy bueno su Art. esta tocando un drama que estamos viviendo en esta nueva sociedad de mercado, en donde un genero, se sigue aprovechando de la debilidad de la mas débil, así sido siempre, basta leer relatos de las sociedades mas antiguas, que las brutalidades con la mujer a sido siempre lo mismo, nada se a sacado con el desarrollo tecnológico, sino va acompañado con la Educación y Enseñanza de los Valores básicos, pero se sigue discriminando como Ud. lo indica, es lamentable lo que sucede en nuestra sociedad, desde los niveles de altos ingresos a los mas bajos, en donde la mujer es avasallada por su condición de mujer, y para ello se debe cambiar el rol de los padres, para que la transmisión y preparación a la vida se debe dar en dos direcciones, una, a la conformación del hogar y otra hacia el mundo del trabajo, hoy por el modelo económico, en que la mujer debe asumir dos roles, el de procrear y cuidar a sus hijos, y otro de laborar para ayudar a mantener el hogar.
En cuanto al mundo machista, falta mucho por superar la clásica figura del tipo que se cree tener el dominio sobre su pareja, acrecentada por el ego antes sus pares, sino vea la actitud del macho en el programa de la TV, en donde tratan el tema de parejas y con orgullo presentan su relación ante sus compañeros de clase, es así la conducta del macho chilensi, lo ocurrido en el Sur, como Ud. lo describe es la falta de tolerancia por no entender a su pareja, ante el fracaso de su relación y acrecentada por las motivaciones externas a la pareja ( licor, drogas y comentarios),y para ello no basta sensibilizar a la sociedad, sino que las conductas deben ser aprendidas para enfrentar la relación de pareja, desde la Escuela hasta los niveles mas alto de la Educación, sino los datos estadísticos así lo indican, en donde los jóvenes de cualquier condición social, se juntan sin asumir responsabilidades antes el sistema.
La felicito nuevamente por su Art. es un drama que estamos viviendo, que sale al tapete por hechos señalado y que se le debe dar la importancia, ya que muchos hogares lo están sufriendo a diario en nuestro país.