Centro Gabriela Mistral GAM: Testigo de 4 décadas
El edificio que se construyera en 1972 para albergar a la UNDTAC III, que fue por un breve tiempo centro cultural y posteriormente se convirtiera en el símbolo del totalitarismo, hoy se levanta nuevamente como un lugar de encuentro entre audiencia y creadores.
Como siempre, Chile no tenía nada y quería hacerlo todo. La manida frase de Carlos Dittborn que sirvió para traer al país el mundial de fútbol en 1962 se repitió en alma, años más tarde, cuando el presidente Salvador Allende se comprometió a recibir en Santiago a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD III).
La cita requería de un centro de eventos, del cual carecíamos, cuestión que no fue obstáculo para un Estado que quería hacerlo todo y empezaba a sentirse todopoderoso.
Un grupo de arquitectos, ingenieros, artistas y obreros, entonces, se dieron la tarea de construir en el plazo de 275 días un edificio que albergara la reunión y que, según sus creadores, se convirtiera en “un hito latinoamericano de modernidad arquitectónica y utopía constructivista”. Nada fácil, considerando que en la época, eran al menos 3 años los que se necesitaban para levantar algo similar.
Una vez concluida la cita multinacional, que llenó de orgullo a los chilenos, la ley establecía que “los bienes muebles e inmuebles de UNCTAD III” serían transferidos “al Fisco y administrados por el Ministerio de Educación Pública” para que se destinara “a reuniones y congresos nacionales e internacionales y a todo tipo de actividades en beneficio de la Cultura Popular”.
Por eso, los arquitectos Sergio González, José Covacevic, Hugo Gaggero, Juan Echeñique y José Medina, coordinados por Miguel Lawner, tuvieron que diseñar un edificio que “pudiera utilizarse parcialmente, y cumplir distintos fines de manera simultánea”, pero también considerar su utilización futura.
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