Un mundo vulnerable: ética y ecología
No se trata solo de evitar dañar al prójimo. Se trata de evaluar nuestra acción según el trato que damos a los seres más vulnerables.
Por Daniel Ramírez, doctor en Filosofía (La Sorbonne)
Por alguna razón las ideas y grupos ecologistas no consiguen mayoría ni fuerza para invertir la tendencia de nuestras sociedades a seguir apostando ingenuamente por el crecimiento económico y la explotación feroz de los recursos limitados del planeta. El argumento más utilizado es la amenaza: si se sigue igual, ello nos va a caer encima tarde o temprano y será un desastre ecológico, climático y económico. Un cambio fundamental es imprescindible.
Pero nada ocurre. Eso no convence. Hay otras urgencias: financieras, sociales, políticas. Salir de la pobreza (para muchos países), pasar la crisis (para otros), asegurar la energía para el desarrollo, etc.
Incluso puede verse una contradicción entre la izquierda, que anhela justicia, programas sociales con financiamiento público, crear trabajo, etc., y la necesidad ecológica de reducir gasto energético y polución. Países como Brasil, están saliendo del subdesarrollo pero con un costo ecológico inmenso: miles de hectáreas de soja transgénico y gigantescas estaciones de petróleo off shore. Ni hablar de las ideas de derecha: privatización de todo, comercio de todo, crecimiento sin límites, finanza internacional; nada que cree riqueza –¿para quienes?– debe ser dejado de lado, con la ingenuidad de pensar que ello beneficie también a los más desfavorecidos.
Debe haber un error en alguna parte.
Voy a tratar de mostrar que hay otra manera de pensar la ecología: la ética de la vulnerabilidad.
He hablado de ética y de valores en columnas anteriores. Pues bien, hay una manera de evaluar nuestra acción según esta nueva orientación. No se trata solo de evitar dañar al prójimo, de evitar actuar mal. Se trata de evaluar nuestra acción según el trato que damos a los seres más vulnerables.
Todo el mundo está de acuerdo en que los niños son vulnerables, que hay que protegerlos y ayudarlos a crecer. También los enfermos, las personas de edad, los inválidos…
Pero son vulnerables también los cesantes, los pobres sin formación y los marginados de nuestras sociedades. Más aún cuando son extranjeros, a veces no tienen ni papeles ni derechos (¡Pueblos enteros no tienen ni estado ni territorio!).
¿Se detiene allí la enumeración?
No. Las personas que están en prisión, los adictos a diversas substancias… Algunos pensarán (por lo bajo) que se lo han buscado. Solo que a veces se acumulan varias de estas dificultades en las mismas personas. ¿Quién se ha buscado qué en la vida? Dejemos la metafísica del karma para otra vez…
¿Se detiene allí el asunto?
No. Y aquí viene lo más difícil de pensar.
Porque los humanos estamos solos en este cuento. Así como en su tiempo se denunció (y no es tarea terminada) el racismo o el sexismo, se ha forjado el concepto de “especismo”. Preferir ayudar a seres humanos es tal vez natural, pero apartar la mirada y ni siquiera querer pensar en el destino horrible que le infligimos a millones de seres dotados de una sensibilidad casi idéntica a la nuestra, es simplemente inmoral (1).
Habría que gritarlo desde los tejados, pero prefiero solo escribirlo claramente: El sufrimiento de los animales de crianza (las descripciones sobran), que viven casi sin poder moverse, alimentados y criados casi artificialmente para luego ser masacrados y terminar en nuestros platos (“rico el asadito”), es una etapa de la evolución humana primitiva, cruel e ignorante, que alguna vez pasará, como los sacrificios humanos, la quema de brujas y la esclavitud. Cosas tristes del pasado.
¿Qué relación tiene esto con el tema ecológico?
Todo. Pues los animales son seres vulnerables a nuestra acción. No solo los animales, evidentemente, sino también los ecosistemas, los bosques, los mares… No se trata solo de seres vivientes sino de conjuntos dinámicos de seres vivientes y no vivientes. Un río, por ejemplo, no es un organismo vivo, pero es un ecosistema que alberga biodiversidad, que irriga a veces todo un valle (otro ecosistema). Una montaña no es solo un recurso de turismo, también es una reserva de agua dulce, un hábitat para millones de animales, un factor climático; un ecosistema.
No son solo medios para nuestra subsistencia, son también fines en sí mismos (2). Esa es la mutación esencial del pensamiento. La ética de la vulnerabilidad considera estos seres como susceptibles de ser dañados por nosotros y por ello dignos de ser respetados.
No como algo sagrado. No es necesario introducir elementos religiosos, como la Pacha-Mama, Gaia u otras divinidades; aunque ello funcione simbólicamente en culturas respetables, fuera de ellas no convence, de la misma manera que los 10 mandamientos nuca fueron suficientes como ética.
“¡Y qué!”, dirá más de alguno, “lo importante es la gente”…
Pero separar las exigencias ambientalistas y la justicia social es un grave error. Si nos permitimos tratar como cosas, como “recursos”, los ecosistemas, los organismos, y sobre todo los animales; privarlos de libertad, “producirlos” con crueldad y comerlos, ¿qué nos impide tratar con indiferencia, desprecio y por qué no con violencia a otros seres humanos?
Hay razones por las cuales esto no ha sido pensado antes. El monoteísmo (el hombre a la imagen de Dios), el humanismo (la autonomía del sujeto moderno), la idea del progreso. Todo ello ha sido importante. Pero ya no es suficiente.
La ética de la vulnerabilidad es una manera de pensar nuestra acción en un mundo vulnerable, de seres sensibles, de equilibrios frágiles y de una biodiversidad espléndida. Somos seres de relación, en interacción con la totalidad de los ecosistemas y no solo con “los nuestros”, en las sociedades humanas.
Estas sociedades, por cierto, ¿en qué sentido son “humanas”? Ser humano es una condición ontológica, claro, la dignidad humana no puede negársele a nadie. Pero debemos saber que “humano” también es un adjetivo, y como tal hay que merecerlo. Porque podemos ser inhumanos. Los animales no pueden serlo. Las sociedades que se desarrollan destruyendo, maltratando y matando (también por cierto a seres humanos: exclusión, guerra, deportaciones, etc.), son inhumanas.
No debiera asombrarnos que se termine tratando a algunas personas como números, si nos permitimos vivir en sociedades de maltrato universal, de destrucción, despilfarro e inconciencia.
Por ello, hablar de lo sustentable, de riesgos climáticos o degradación de paisajes, no basta. Solo una verdadera transformación ética de la existencia estará a la altura.
[1] El australiano Peter Singer es el más conocido pensador y militante de la causa animal, ha popularizado el tema, con su manifiesto por la liberación animal, “Animal Liberation”, (1975).
[2] Esta es una de las ideas centrales de lo que se ha llamado « Ecología profunda”, según el término acuñado por el pensador noruego Arne Naess, en “Ecology, Community and Lifestyle” (Cambridge, 1989).
Marx en su época juvenil de estudiante de filosofía (hegeliana) elabora como crítica radical del sistema capitalista la mercantilización del hombre, su trasformación en la mercancía fuerza de trabajo; ello fue después reasumido por el Che.
Sin embargo para Marx lo natural es lo no humano, de modo que su crítica no alcanza la mercantilización de la naturaleza.
Para el pensamiento religioso la naturaleza posee el carácter de sagrado, expresa y manifiesta lo divino; el hombre mantiene con la naturaleza relaciones de reciprocidad cuya alteración constituye pecado.
Nuestra civilización (¿es civilización?) ha rebajado al hombre y a la naturaleza a cosa, a materia carente de espíritu y significado, sólo tiene valor de cambio; esta ‘civilización’ enfrenta un desastre ecológico, un colapso económico y una guerra termonuclear químico bacteriológica que significaría el fin de la biósfera. Hay también la ‘sensación’ de un gran pecado que debe ser expiado. Crepúsculo de los dioses.
cher ami: me gustó tu artículo, aunque pueda tener algunos peros que ya te diré… me parece claro, bien argumentado y, lo que es fundamental, convincente… en todo caso, lo «humano» es una denominación humana demasiado humana y que no toma en cuenta que pertenecemos al mundo animal, sólo que provistos de esa cosa tan volátil y tan arbitraria llamada «razón», y que ha servido para lo que ya sabemos, incluido el poner en peligro al planeta entero, incluidos nuestros hermanos animales… los leones cazan para alimentarse, «el pez gordo se come al chico» dicen las viejas que dicen también «ya nuayan qu’inventar», las vacas (que nosotros, «animales superiores», criamos para comérnoslas) no cazan, son «vegetarianas», los cerdos son iguales a nosotros (tal vez por eso judíos y musulmanes no comen su carne) sin la «razón» instalada en sus vidas y un largo etcétera… la naturaleza no tiene propósito o, como decía maese spinoza, en la natura no existe el bien ni el mal, pues ella actúa según su propia necesidad… algunos objetarán que lo que nos hace diferentes, a los «humanos», es que nosotros sí tenemos consciencia del bien y del mal, ¿es esto siquiera cierto?, pues nosotros también formamos parte de la naturaleza, y de ser así lo de la consciencia del bien y del mal, no existirían ni los psicópatas ni los asesinos a secas, ni los tiranos ni los femicidios ni los infanticidios ni la pedofilia ni… es como cuando nos dicen que la ley es trascendente, de ser así no necesitaríamos ni de abogados ni de jueces ni de policías, por cuanto tendríamos la ley de tal modo internalizada que lo que decía platón, «nadie nace naturalmente justo ni bueno, por eso son necesarias las leyes», se vería desmentido «naturalmente»… ya sabemos, caro amigo, lo que es el ejercicio (necesario) de la decepción, y tal vez (bien) argumentar como tú lo haces en tu (excelente) artículo, parezca una utopía más de un romántico empedernido, aunque se tiña de filosofía… claro que es horroroso lo que los «humanos», animales «superiores», están haciendo con el planeta y todos sus habitantes, incluidos los vegetales (¿sabías que la muerte de las abejas también se debe a toda la parafernalia química desplegada para llevar a buen fin las cosechas?), o sea… la ética de la vulnerabilidad, sí, pero ¿crees que a los poderosos y a la hegemonía del género económico les importa algo siquiera?… tú mismo lo planteas… en fin, en todo caso, un abrazo desde la serena
Según la doctrina católica nacemos en el pecado (original) y muchos opinan que Cielo e Infierno pertenecen a nuestra alma.
Opino que estamos al borde del evento más destructivo de la historia de la humanidad, sólo comparable al que causó la extinción de los dinosaurios. USA cierra embajadas, Sión el aeropuerto de Eilat, Obama no se reunirá con Putin y tiene poder de suspender toda comunicación telefónica, por internet TV etc. Mal aspecto.
E = mc2.
Cher Vila,
No creo que se utópico pensar en un cierto crecimiento de la conciencia de los humanos. Ello ha ocurrido en otras épocas, y ciertas cosas se han acabado o han sido prohibidas. El hecho que haya asesinos, perversos y violadores no desmiente en absoluto el hecho que esas cosas son condenadas duramente por la conciencia moral de nuestra época. El hecho que haya fanáticos y dictadores no es refutación de la superioridad del diálogo y de la democracia; simplemente muestra que el combate no se ha acabado en todos los frentes (“la lotta continua”).
Por ello es importante que la filosofía, las ciencias humanas y las teorías políticas asuman la tarea de pensar la tierra, lo viviente, el respeto y el amor por los ecosistemas, el cuidado solícito (“care” o “sorge”) por las especies no humanas y los equilibrios de la vida, y no solo por la gente; incluyendo el criterio de la ética de la tierra en las maneras de evaluar la acción, introduciendo lo ecológico en lo político y la preservación de la vida como un criterio de justicia.
Por eso me interesa que “humano” sea usado como un adjetivo. Ser humano es algo que se construye, que se gana o se pierde. Y por cierto la significación tradicional (del humanismo kantiano y de los derechos humanos) no es suficiente. Hay que agregar la dimensión de la relación hacia los mundos de la vida no humanos, tanto en lo personal como en lo político y social. Lo que más me interesaba entonces decir es esta relación en la cual se ve claro que si nos permitimos destruir los ecosistemas y maltratar a los animales, no es nada separado de hecho con el oprimir y marginalizar a personas humanas, individualmente o por categorías y grupos enteros.
caro daniel: completamente de acuerdo contigo, no se puede no estarlo sobre todo por los tiempos que corren (si es que corren)… mis comentarios sólo fueron eso: comentarios, un poco al estilo del abogado del diablo, porque esperaba tu respuesta, lo que no quita que somos como los locos del tango de piazzolla-ferrer: «balada para un loco», al menos yo, hace rato que llevo medio melón en la cabeza y con ganas de viajar a venus… tal vez por eso mis alumnos de la universidad me pusieron «viloco» y mis cursos se llenan, lo que da calorcito al alma porque te das cuenta que no estás hablando en el vacío… sí, amigo, «ser humano es algo que se construye, que se gana o se pierde»…