Bullying democrático
No es asunto de niños. El país entero se hace bullying, se joden unos a otros mientras comen asados, toman tintolio y se suben gratis al Transantiago.
Escribe Marta Blanco, escritora
Yo no entiendo esto del bullying. Los adolescentes iracundos, maleducados, rabiosos, salen al patio y se convierten en monstruos. Han muerto algunos, con el cuchillo metido hasta el entrecote. Abundan las grabaciones de tirones de mechas, patadas y cuchillazos, que filman alumnos encantados con la trifulca, esos chilenitos que ya se preparan para el “femicidio”, el asesinato, el alunizaje y las violaciones.
Pero nadie parece preocuparse de como se tratan entre sí los políticos. Mezcla de Kun Fu y King Kong, de Tarzán y el Tigre de la Malasia, de Chesterton y Verdejo, arman la toletole más descabellada, se lanzan puñetes, se suben a los escritorios, se sacan la madre, aparecen algunos pacifistas a calmarlos que reciben insultos y cachetadas al voleo, algunos salen de la sala lo más rápidamente posible, otros se quedan sentados como moais y gozan del espectáculo.
Esto, supongo, se llama democracia.
Yo creo que es ira esquizofrénica, malos modos y una mala leche despiadada de unos con otros. Dispuestos a odiarse hasta que la muerte los separe, no veo como vamos a armar un país, o a “progresar”, palabra de moda que carece de significado real, cuando de pronto salta el géiser de la ira y pasan a homo furibundus los elegidos para sacar leyes que nos ayuden a mejor vivir.
Si las escaramuzas del Congreso no son bullying, no sé qué sean, a no ser que reconozcamos finalmente que nos odiamos unos a otros hasta en las mejores familias. Que suelen no ser las mejores.
Chile es un país incómodo. Lleno de diferencias, de barrios buenos y barrios “reguleques” y barrios que no son más que barro, con colegios pésimos, profesores mustios y uno que otro santo que pasa desapercibido, la idea del orden es historia. El caos es la delicia de Chile. Marchas, bandas, destrucción de los bienes públicos, toma de colegios, universidades, robo de supermercados, quema de buses y autos, incendios de bosques irrecuperables, asesinato cruel de una pareja de tranquilos agricultores en la Araucanía, no entiendo por qué el gobierno se ha desgobernado (no solo en el último período, esto viene de hace tiempo) hasta no diferenciarse de los ciento cuarenta y siete mil perros “en situación de calle” que pululan por Santiago dejando la escoba, la mierda y mordiendo a quien se les frunce, con especial deleite en destrozar niños de poblaciones muy pobres.
A veces salgo en auto. Los Transantiago se tiran encima como panzers, los conductores gritan insultos al menor error. Los semáforos funcionan al ritmo cardíaco de quien los dirige desde alguna secreta oficina, y a veces hay que esperar mucho rato y no pasa ni un auto en medio siglo. Cosas de la life, diría mi mamá, que era filósofa.
Por supuesto que la vida no sube, no hay inflación, la carne cambia de precio, las naranjas, los zapallos, la luz, el agua, el gas y hasta los calugones, pero no señores, la vida no sube. Lo que no sube son los sueldos, y aunque se diga con ceremoniosa parquedad que hemos creado muchos ¡muchísimos! trabajos nuevos, no decimos que son transitorios, precarios, sin seguridad ni salud ni futuro.
Los candidatos presidenciales afilan sus estacas, sus discursos y antífonas, recorren el país, y la candidata más candidata pareciera recién llegada del Tibet y hubiera vivido ese año en el Potala, no en Nueva York, la más eléctrica de las ciudades del mundo. Pacífica, lejana, con una sonrisa de Gioconda, ella no entra en peleas pequeñas. Parece haber olvidado que en Chile solo hay peleas pequeñas. ¿O habrá hecho voto de silencio?
Misterios y misterios.
Lo que tengo por seguro es que Chile no es amable ni generoso y todos mentimos a diestra y siniestra. Yo digo a veces algunas verdades a medias y vivo de cesante, el destino de la verdad es mandarnos a los infiernos. Pensar, si no es tecnológicamente, está prohibido. Se pasa a hereje. ¡Pensar! ¿No sabe que todo está pensado?, dicen los pragmáticos.
En cuanto al bullying, no es asunto de niños. El país entero se hace bullying, se joden unos a otros mientras comen asados, toman tintolio y se suben gratis al Transantiago.
El Presidente se sentó en la oficina oval de la Casa blanca en el escritorio de Obama. No fue inocente. Seguro que rezó a ver si se le pega la furia guerrera, la certeza de que hacer la guerra es hacer la paz.
No ocurrirá. Chile ama el lío, el escándalo de las casas de fiesta con pianista y coristas, Chile está desilusionado y furioso. Pero nadie parece darse cuenta.
Gracias por su claridad y espontaneidad ojalá algún candidato lea su comentario.
No se preocupe.
Hinzpeter está en eso, Orden, Paz.
R.I.P.
El problema de Tontilandia(JP)es una mala conjunción física: una cordillera imponenente que acoquina, un mar chúcaro que picanea, encierran una fajita de tierra que acota la racionalidad y que troca el pensar en desear.