Tulum: Entre las ruinas y el mar

En el Estado de Quintana Roo, en el sureste de México, se encuentra Tulum, la única ciudad maya que alzó sus estructuras religiosas y civiles junto al mar.

Por Montserrat Martorell y Javiera Méndez (fotos de Nicole Olivares)

Ubicada a 128 kilómetros de Cancún, Tulum significa en lengua nativa «pared», palabra que representa su principal característica: una metrópoli rodeada de murallas.

Otros señalan que su nombre original corresponde «Zama» («amanecer»), dado que por su ubicación geográfica se puede apreciar diariamente la salida del sol.

Una de las más significativas -por su altura, ubicación y fachada-, es El Castillo. Según los historiadores, su valor fue trascendental: permitió a los navegadores mayas evitar los peligros del segundo arrecife de coral más largo del mundo. Apenas lo veían, sabían gracias a su luz –natural o de antorcha- que era el momento para hacer girar las embarcaciones y evitar chocar con éste.

Ya en 1518, el cronista español Juan Díaz, narraba haber visto una ciudad “tan grande como Sevilla”. Era Tulum.

A partir de los numerosos registros en murales, es posible aseverar que fue un importante centro de culto para el «dios descendente». Sus estructuras, en particular El Castillo y el Templo de los Frescos, destacan por su buena conservación y por la gran calidad de las pinturas que aún se atesoran en el interior de ambos.

Actualmente se cree que el sitio, que hoy reúne a miles de turistas, fue una ciudad-observatorio, un mirador sagrado desde el que contemplaban el horizonte en distintas direcciones. La altura y posición estratégica de la planicie costera -que tiene una extensión de seis kilómetros-, son perfectas para observar la salida de cuerpos celestes. Esto explica que gran número de las obras miren hacia el occidente.

Según datos históricos, la mayor parte de las cimentaciones que se aprecian fueron fundadas en el período posclásico de la civilización maya, entre los años 1.200 y 1.450, y fue habitada hasta los primeros años de la colonia española.

Más aún: estudios arqueológicos sostienen que existe la certeza de que habría sido una de las principales ciudades mayas de los siglos XIII y XIV. No sólo por su ubicación estratégica entre las provincias de Cochuah y Cozumel, sino porque su emplazamiento sobre la elevación más alta de la región y su eficaz sistema defensivo, la convirtieron en un asentamiento ineludible para cualquier ruta comercial y para la explotación de los recursos marítimos.

A fines del siglo XVI ya no quedaban residentes. Tulum había sido abandonado.

Una visita al pasado

La experiencia comienza con el recorrido de un kilómetro desde el estacionamiento –donde están instaladas decenas de negocios de artesanía azteca— y la entrada al parque. Este camino puede realizarse a pie o en buses de acercamiento.

El tour no termina tras recorrer las 60 ruinas que se encuentran en casi 700 hectáreas, pues ofrece la posibilidad de disfrutar de su paradisíaca playa de arena blanca y agua turquesa que, según cuenta la leyenda, era la puerta invisible al otro mundo.

Los contrastes de sus paisajes no son indiferentes para nadie y la Encuesta 2011 Travelers Choice, realizada por el portal de viajes TripAdvisor, informó que su costa es una de las más deseadas del mundo y la mejor de México.

Para acceder a ellas hay que bajar por una escalinata de madera construida junto al acantilado que permite la entrada a la ribera sur. Una experiencia mística si se toma en cuenta que mientras disfrutas de las aguas cristalinas, puedes estar mirando durante horas las colosales construcciones.

Durante la estadía en el balneario existen diferentes actividades para disfrutar: cabalgatas, buceos con snorkel o un paseo en lancha.

Sin duda, uno de los sitios más antiguamente registrados y conocidos por el mundo occidental. Un imperdible para quienes quieran llenarse de historia.

Jungla desde las alturas

La expedición Jungla Maya permite conocer la selva del estado de Quintana Roo como sólo un trotamundos puede hacerlo. Es un tour desarrollado por Alltournative, empresa que realiza turismo aventura mediante expediciones eco-arqueológicas, orientado a aquellos que buscan un poco más de acción durante sus vacaciones.

El punto de destino es el Rancho San Felipe, ubicado a 15 minutos de Tulum, y propiedad de la familia de Pedro Rodríguez, compuesta por 30 personas, y que reside allí hace varias décadas.

El paseo comienza con una ceremonia maya de purificación en un cenote seco natural, la que está a cargo de un chamán, que hace un rito para proteger a los participantes de los malos espíritus mediante una preparación con copal –resina aromática vegetal-.

Posteriormente, con traje de baño y sandalias, parte el recorrido. El primer desafío es el descenso en rápel. Se baja por una fosa de 12 metros, utilizando una cuerda, arnés y chaleco salvavidas, para caer en un cenote en el que los miembros del grupo se refrescan en las aguas de Yaxmuul, una piscina natural subterránea de aguas prístinas y hermosas formaciones geológicas.

La excursión continúa con la tirolesa sobre los árboles. Son tres tramos que atraviesan la jungla maya. Para llegar hasta allí hay que escalar puentes colgantes, por lo que es fundamental sujetarse con el pistón del equipamiento en los cables.

El primer trayecto es el más corto para que los asistentes se adapten; el segundo más intenso y rápido; y el último termina con la caída de los participantes en un cenote de más de cinco metros de profundidad. Durante el cruce se puede observar el paisaje de la jungla mexicana.

La tercera actividad consiste en hacer snorkel en el pozo Nohoch Nah Chich, cuyas aguas puras y cristalinas permiten observar las formaciones rocosas.

El recorrido tiene una duración de 15 minutos y el guía va mostrando el camino con una linterna dado que dentro de la cueva inunda la oscuridad. En medio de la aventura, Eduardo Méndez, guía de la expedición, alumbra el techo repleto de murciélagos. La sorpresa es evidente entre los asistentes, sin embargo, las criaturas no hacen daño. El buceo continúa hasta la salida del cenote.

Con tanta adrenalina y esfuerzo físico llega la hora del almuerzo. Un tradicional buffet de comida mexicana preparada por los dueños del lugar recibe a los turistas. Diferentes salsas picantes, tortillas rellenas y porotos negros acompañados con agua de sabor de diversas frutas colman de energía a los visitantes. Pero hay que tener cautela y el guía lo sabe: la aventura continúa.

Después de una distendida charla en la sobremesa, se camina por la selva hasta llegar al lado de un camión modelo Unimog Mercedes Benz: los vehículos 4×4 más grandes del mundo. Todos suben a la parte trasera que posee dos corridas de asientos verticales y una barra al medio para sujetarse. Comienza la travesía y el avezado chofer maneja a la máxima velocidad subiendo y bajando lomas, con bruscas frenadas y aceleradas. Todos ríen y gritan de emoción. Finalizado el recorrido, hay una breve caminata por la jungla hasta llegar al punto de partida donde muestran todas las imágenes que el fotógrafo capturó durante la aventura.

Valor Tulum+ Jungle Tour: $129 USD

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El Periodista