Un recuento oportuno: Los últimos discursos que Allende nunca pronunció

Me han dicho… Don Chicho, que has dicho un dicho, un dicho que has dicho tú. Ese dicho no lo has dicho, que si tú lo hubieras dicho estaría muy bien dicho, por haberlo dicho tú. …Pero tal vez lo dijiste, ¿no?

Por Camilo Taufic, periodista (QEPD)

No es una falta de respeto, pero las últimas palabras de Salvador Allende desde La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, poco antes de morir, han ido creciendo en estos años tanto en los significados que se le atribuyen como en su cantidad. Ya se habla hasta de seis intervenciones en total del Presidente, antes de que las escasas radios de la Unidad Popular que las transmitieron fueran silenciadas por las fuerzas golpistas. Y las versiones al respecto se contradicen entre sí.

El mito y la realidad se confunden aquí como tantas veces en la historia.

La verdad es que Allende habló sólo en tres ocasiones, antes de su mensaje final, al que le faltaba una introducción condenatoria de los políticos de oposición que precipitaron el quiebre institucional, y que rescató indirectamente el último canciller de la Unidad Popular, Clodomiro Almeyda, como se verá más adelante.

PRIMER DISCURSO – 7:55 AM Radio Corporación

«Habla el Presidente de la República desde el Palacio de La Moneda. Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano.

En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.

En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo.

Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero Presidente de la República».

SEGUNDO DISCURSO – 8:15 AM

«Trabajadores de Chile: Les habla el Presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar las instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976.

Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales, respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria».

TERCER DISCURSO – 8:45 AM

(Posiblemente falso, reconstruido con frases entresacadas del casete `El diálogo de América’, 1971, entre Salvador Allende y Fidel Castro, cara a cara, en Santiago, entrevistados por el periodista Augusto Olivares. Se han puesto entre comillas españolas (<< >>) las frases del Presidente que claramente no corresponden a las dichas en La Moneda el 11-S-73. El presidente Allende, había dicho en público prácticamente lo mismo, el 3 de diciembre de 1971, al hablar en la despedida a Fidel Castro, en un acto masivo en el Estadio Nacional).

«Compañeros que me escuchan: La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de

Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles <<algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno, porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir mi voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo>>. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino, con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada.

Yo tenía contemplada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.

Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida».

CUARTO DISCURSO – 9:03 AM Radio Magallanes

(O tal vez, el tercero… uniéndolo a las partes auténticas del discurso anterior… El periodista Guillermo Ravest, director de Radio Magallanes, hoy residente en México, y que recibió directamente la comunicación de Allende para su última alocución, ha recordado recientemente -en revista Rocinante- que «Allende habló tres veces, por una u otra emisora, antes de dirigirse por última vez al país»).

«…En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato consciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor…»

ULTIMO DISCURSO/TESTAMENTO POLITICO DE ALLENDE/VERSION DE ALMEYDA.

Quien fuera el último ministro de RREE del gobierno de la Unidad Popular, el socialista Clodomiro Almeyda, ya fallecido, reprodujo en sus memorias («Reencuentro con mi Vida», 1987, Pág. 241) una versión que no coincide en muchísimos puntos con lo que se puede oír hasta hoy en la grabación de las palabras finales de Salvador Allende, a partir del momento en que él dice: «Esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes…»

El texto de Almeyda reconstruye una dura referencia previa de Allende a los partidos políticos opositores, con eventuales alusiones a los democratacristianos, además, y no condena exclusivamente a los militares golpistas. He ahí su novedad, pese a la corrección formal a la que fue sometido. Curiosamente, esta parte del último discurso de Allende se ha difundido más por las citas al texto de Almeyda que por su libro mismo, que tuvo escasa circulación. Ver, entre otros, «Los mil días de Allende» Tomo 2, de Miguel González Pino y Arturo Fontaine Talavera, Centro de Estudios Públicos, 1997, Pág. 1293.

Lo que Almeyda no dice, ni saben sus reproductores, es que las frases rescatadas de Allende contra los «falsos demócratas…que han colocado a Chile en el despeñadero», proviene de fuente cubana, concretamente del libro «Salvador Allende, Discursos» (Editorial de las Ciencias Sociales, La Habana, 1975), que Almeyda ni siquiera menciona, dando por sentada su autenticidad.

Dice el ex canciller socialista:

«Después vino el histórico mensaje-despedida del Presidente Allende que no creo sea redundancia reproducir aquí: <<Pagaré con mi vida la defensa de principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra, rompiendo la doctrina de las Fuerzas Armadas.

El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar ni dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.

Una palabra para aquellos que, llamándose demócratas, han estado instigando esta sublevación; para aquellos que, diciéndose representantes del pueblo, han estado turbia y torpemente actuando para hacer posible este paso que coloca a Chile en el despeñadero.

En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe.

La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada, este es un momento duro y difícil.

Es posible que nos aplasten, pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.

Compatriotas: es posible que silencien las radios, y me despido de ustedes. En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos dando este ejemplo, para señalar que en este país hay hombres que saben cumplir con las obligaciones que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por la voluntad consciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo…>>

Y luego sigue el texto del que tenemos grabación completa en Chile, que se reproduce aquí corregido exhaustivamente por el autor de esta nota -Camilo Taufic- para su libro «Chile en la Hoguera 1973 / Instantánea del Golpe Militar», editado por CESOC.

«Esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron como soldados de Chile, comandantes en jefe titulares… El almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada… Más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha denominado director general de Carabineros…

Ante estos hechos, sólo me cabe decirles a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.

Tienen la fuerza; podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra de que respetaría la Constitución y la Ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último tal vez en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les señalara el general Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando reconquistar el poder por mano ajena, para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas, a los que desde hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista les da a unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, que entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos. Porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente, en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de custodiar los bienes del Estado… La historia los juzgará.

Seguramente radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa; me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno, que fue leal a la lealtad del pueblo. El pueblo debe defenderse pero no sacrificarse; el pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede entregarse.

Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile!

¡Viva el pueblo!

¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano; tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral, que castigará la felonía, la cobardía y la traición».

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El Periodista