La mala educación de la “casa rica”
“La casa rica en el barrio pobre” es una frase de muy dudoso gusto que compara a Chile con el continente en que le toca estar inserto. Hoy, el rutilante marketing internacional que ha tenido el país en las últimas décadas, destiñe e invita a la reflexión ¿cuántos modelos compramos en todos los países de la región sin percibir que tenían groseras fallas de fábrica?
Escribe Bet Gerber
Sin duda, en los últimos veinte años Chile ha cosechado logros sumamente valiosos, ante todo, en términos de recuperación y despliegue de las libertades democráticas. Y sin duda, ha tenido enormes desatinos, como lo demuestra el estallido de la burbuja educativa.
En el marco de las movilizaciones, varias veces se han mencionado las posibilidades existentes en otros países latinoamericanos de acceder a estudios universitarios gratuitos.
La cobertura de los medios masivos al respecto, sin embargo, no suele ir más allá de aspectos puntuales y datos dispersos, tanto por parte de los defensores como de los detractores de la gratuidad en la educación, lo que hace flaco favor a la problemática de fondo que es, a todas luces, el modelo educativo.
En este contexto publiqué una columna en el diario electrónico El Mostrador el pasado jueves 11 de agosto, en donde se alude a una nota realizada en el programa “La entrevista de Tomás Mosciatti” de CNN, reemplazado en aquella ocasión por Carola Fuentes(1). En la oportunidad, cuando el invitado del día, Marco Enríquez Ominami, destaca la creación de varias universidades públicas gratuitas en Argentina en los años 90, la citada periodista refuta: “sí, con estudiantes que se pasan 8-10 años estudiando también… con un Estado que tampoco tiene cómo recibirlos ni ofrecerles trabajo”. En la mencionada columna lamento el comentario de la periodista, en mi opinión, despectivo y carente de sustento sólido. No obstante, incurro en un equívoco por mala escucha, confundiendo “años de estudio” con “días de clase”. CNN ha reaccionado a mi columna con una desmentida que se desvía de las cuestiones sustantivas. Tal como aclaro en carta publicada el martes 16 pasado por El Mostrador, asumo el error en parte de la escucha a la vez que destaco que ese equívoco no altera el eje de mis planteos, a saber: en el contexto de la entrevista citada, el comentario de la periodista resulta cuanto menos prejuicioso y tendiente a desacreditar estimables aspectos de la educación pública y gratuita del vecino país. Tal tendencia, subrayo con pesar, no es poco frecuente en los medios masivos locales.
Desventuras periodísticas al margen, los puntos que ameritan cuidadosa reflexión, insisto, pasan por el sentido mismo de la educación pública en primer lugar y, segundo, por la actitud de ciertos medios masivos al referirse a los países de la región.
Sobre la primera cuestión, las críticas descontextualizadas sobre aspectos puntuales de la educación en México, Uruguay o Argentina operan desviando del eje del asunto. Retomando el ejemplo de Argentina, los distractores profesionales suelen aludir a las dificultades que atraviesa la universidad pública, los frecuentes paros activados por distintos sectores y la duración excesiva de las carreras. De esta manera intentan, con mayor o menor éxito, que el árbol tape el bosque. Ciertamente, como institución pública de un país periférico, la universidad pública del país vecino está atravesada por conflictos de diversa índole: políticos, gremiales, económicos, ideológicos. Junto con ello -y no pese a ello- sigue siendo la que produce en la Argentina más del 90 por ciento de los papers en revistas científicas internacionales de alto impacto, es el lugar donde están radicados los centros de investigación -tanto en ciencias básicas como aplicadas, tanto en ciencias humanas como sociales- más prestigiosos del país y es donde se formaron los tres Premios Nóbel en Ciencias que ha dado Sudamérica.
Las patentes que se registran internacionalmente desde Argentina, por ejemplo, se corresponden con laboratorios de las universidades públicas. Todo esto tiene una explicación sencilla: la mayoría de las universidades privadas no se dedica a la investigación a mediano plazo porque su finalidad de lucro exige retornos más o menos inmediatos y, por lo tanto, no puede representar áreas del saber que no garanticen ingresos en el corto plazo. Esto es un contrasentido en términos de avance del conocimiento científico y se opone a la función misma de “universidad”, tal como lo señala Martín Becerra, profesor de las universidades de Buenos Aires y de Quilmes, quien da por sentada la respuesta a una pregunta aun pendiente en el actual conflicto chileno: ¿cuál es la función de la universidad pública?
El quid de la cuestión, en definitiva, es el sentido mismo de la educación pública. La concepción de las universidades argentinas se inscribe en un sistema masivo que, aún teniendo deficiencias, es contenedor de la diversidad social, accesible a las diferentes disciplinas y promotor de la movilidad social ascendente… como corresponde, o como muchos consideramos que corresponde.
Ahora bien ¿en dónde se origina la obvia tendencia local consistente en ningunear a los países vecinos? Y más aun: ¿a qué intereses resulta funcional? Por empezar, El Mercurio y La Tercera, suelen alimentarse de los diarios argentinos La Nación y Clarín. Sin entrar en sesudos debates acerca de si la objetividad periodística existe o no, lo tendencioso y sesgado de Clarín y La Nación en los últimos años arrastró a los dos históricos diarios argentinos por una espiral de desprestigio que no los hace fuentes precisamente recomendables. Como este tipo de análisis crítico no suele superar la cordillera salvo excepciones, seguimos de este lado de los Andes padeciendo al otrora respetable Joaquín Morales Solá, quien aporta a la desinformación general y a la construcción de una Cristina Fernández caricaturesca.
El sistemático ninguneo del duopolio hacia el país con quien Chile comparte la segunda frontera más larga del mundo no parece inocente, sobre todo en lo que respecta a desacreditar toda impronta política que valorice el rol del Estado y/o se atreva a desafiar el paradigma del mercado que chorrearía salud, educación y hasta pluralismo en los medios de comunicación para todo el mundo. Sin duda, ni todos los medios, ni cada periodista que sigue tan penosa tendencia obedecen a inteligentes intereses organizados. A veces sucede, simplemente, que descontextualizar datos y sesgar la información es lo que está a mano. Y si esto va acompañado de un guiño de superioridad local con respecto a la región, parece que algunos egos se sienten extrañamente satisfechos. Pero la arrogancia nunca es oportuna, y ahora menos que nunca.
No hace falta demasiada imaginación para presumir que superar las vallas desinformativas nos beneficiaría a ambos lados de la cordillera y, por el contrario, persistir en multiplicarlas, nos aleja de la posibilidad de aprender de nuestros grandes aciertos, así como de nuestros enormes errores.
1) Ver columna Bet Gerber y reacción de CNN en www.elmostrador.cl
Bueno, muy bueno… los chilenos somos unos arrogantes y nos creemos lo que no somos.
Si la educación en Argentina es tan buena y el país tan bacan, porque tantos argentinos se vienen para acá. Está llenó del sonsonete che en las calles…
Esta señora o señorita Gerber no sabe que Carola Fuentes es una gran periodista y que se ha cansado de enfrentar a los poderosos. Yo le creo a ella, lo siento, pero hay que estar con ella. Pilló a los pedofilos y encarceló al Schaffer.
Argentina es un gran país, sus universidades son públicas y gratuitas. La gente se expresa correctamente. Abramos los ojos, de uan vez, porque tenemos un país a medias y los vecinos nos dan cancha tiro y lado en cultura. Felicitaciones por la revista y los columnistas.
Al fin un medio abierto y pluralista, con columnistas inteligentes. Un ejemplo para los demás periodistas que solo ven farandula y crímenes. Bien por ustedes!
La educación y la salud deben ser públicas o no ser. Fin al lucro ya!
No se quieje tanto mujer, mire que a los peruanos y a los bolivianos sí que se los ningunea. Los argentinos la sacan barata. Chile mira para abajo a todo el que hable español, aunque lo haga diez veces mejor que nosotros.
¿Alguien sabe en este foro qué debo hacer para estudiar en Mendoza o Buenos Aires?
Estuve un semestre en la Universidad de Buenos Aires y fue un desastre. salas humedas, frías o calurosas, repletas y los profes faltaban cuando querían. me aburrí y me volví. Ahora estoy en la Uniacc, pago, pero al menos tengo clases
Yo vi la entrevista y lo único que hizo Carola Fuentes fue picanear a Enríquez, nunca fijó una posición, sino que él debió responder ante un argumento que escuchamos a diario. Como lo hace la autora de esta columna. Meo tenía el dato, pero no el argumento y eso se notó mucho.
¿Usted es argentina u otra chilena antiptariota?
Buena columna, tremenda verdad, la prensa chilena y la tv abierta es absolutamente cooptada, carente de profesionalismo y dispuesta a la especulación.
Seguro las Ues argentinas no son espectaculares, pero claramente son muy superiores a las chilenas, las que no figuran en ningún listado entre las 500 mejores del mundo.
El modelo extremista neoliberal impuesto a sangre y fuego por la Dictadura y que el pusilanime Piñera quiere seguir manteniendo a costa de criminalizar a estudiantes y sus familias debe terminarse.
El 7y 8 hay Plesbicito por la educación, despúes debemos avanzar en un Plesbicito para exigir la RENUNCIA DE PIÑERA, esperando que con él se vaya para siempre este sistema económico, político y social que tanto daño a hecho a los chilenos.
Bueno el artículo, donde se puede entender un poco más el modelo argentino de la educación. En cuanto a Pascual Vergara, su comentario sólo demuestra el tamaño de su cerebro.
Quien parte y reparte se queda la mejor parte…