Equi… qué? Equidad
Somos conscientes que no hay recetas que conduzcan al éxito en esta materia y que muchos creen, incluso, que con mayor liberalidad económica se garantiza un país más justo. Pero las últimas décadas, con cinco gobiernos de centro derecha, como los llamó Pablo Longueira, nos muestran claramente que no hemos avanzado hacia una mayor equidad. Nos estancaron o hicieron más desigual.
Escribe Francisco Martorell, director de El Periodista.
Europa y Estados Unidos se han dado cuenta en estas semanas, en algún caso dramáticamente, que estaban mirando mal o enfocando hacia otra dirección y no al lugar desde donde provienen sus principales problemas.
En el caso de los primeros, los atentados y matanza de Oslo, los obligan a dejar de mira al Islam como un potencial enemigo y prestar más atención al germen de ultraderechismo que se enquista en sus sociedades, que gana escaños en los parlamentos y produce jóvenes como Breivik.
Para EEUU, ensimismado en su “guerra contra el terrorismo”, llegó la hora de entender que es la economía la que amenaza su subsistencia y tiene a su sociedad al borde del colapso y al mundo frente a la eventualidad de un terremoto financiero global.
Ambas situaciones, que sin duda nos tocan de cerca y nos afectan, muestra cuan certeros debemos ser en Chile para focalizarnos en las urgencias y no en la hojarasca, como bautizó un ex Presidente a las dificultades menores.
Se trata de ver cuál es el problema de fondo del país y que hace que hoy, los que están en La Moneda, parecieran solo eficientes en la reacción. Y a la ciudadanía cansada de esperar las prebendas de la bonanza.
No es sólo crecer, aunque sea al 10 por ciento, o aumentar las becas en Educación. Tampoco inaugurar grandes obras, construir redes de Metro, invertir más recursos en Codelco o modernizar el Estado.
Muchos menos hacer enroques ministeriales, sacar parlamentarios del Congreso y llevarlos al Gobierno o crear decenas de comisiones de expertos. Ni peleando cuatro personas por convencer a una quinta que venga desde un organismo en el extranjero a salvarles la situación. O bajando el interés en los préstanos para la educación superior.
Todo ello sirve, sin duda, tal vez ayuda, pero sólo si el punto de partida de los análisis es el reconocimiento de que Chile es una país donde la equidad no habita.
Con más de ella, no habría campamentos, tendríamos una mejor Educación y la calidad de vida de los chilenos sería un ejemplo a seguir, al menos por los vecinos.
El tema es que la discusión y el debate, de todo lo que hagamos hoy para tener una nación mejor, deben iniciarse con la pregunta si ello contribuye a la equidad. De lo contrario, no ayuda. Porque los chilenos, ya saben que estamos en la OCDE y que los índices de calidad de vida de nuestros “amigos”, aunque no vecinos, son siempre mejores que los nuestros.
Somos conscientes que no hay recetas que conduzcan al éxito en esta materia y que muchos creen, incluso, que con mayor liberalidad económica se garantiza un país más justo. Pero las últimas décadas, con cinco gobiernos de centro derecha, como los llamó Pablo Longueira, nos muestran claramente que no hemos avanzado hacia una mayor equidad. Nos estancaron o hicieron más desigual.
Seamos majaderos entonces, sigamos discutiendo sobre lo que nos aqueja, mostremos nuestras dificultades y busquemos, rápidamente, soluciones a los problemas. Pero que el norte sea la equidad. Mejor educación, con calidad de vida y crecimiento, repartido entre todos, aunque algunos sigan teniendo más. No se trata de igualdad sino equidad.
Para que el que vea pasar un Ferrari por su lado, goce con el éxito del otro y no vea en su conductor al causante de su miseria.
Ni aunque la tierra fuera infinita podríamos con puro crecimiento alcanzar el bienestar para todos.
Uno de los problemas es que un Ferrari sea considerado el éxito de alguien, mientras 14 millones de seres humanos mueren, literalmente, de hambre al año. Los Ferrari, es decir, la inequidad y la iniquidad los requieren.
Estimados lectores, estas son las leyes que dan origen a todas las estafas existentes: bancos, educación, salud, retail y un largo, etc. y los políticos de todos los colores, jamás han querido restaurarla a la ley original que data del 22 de Noviembre de 1929.-investiguen en Internet, ahí están todas.-
– Ley Nº 4.694 Original: Establece que el interés convencional no puede exceder en más de 50% al término medio del interés bancario del semestre anterior. Santiago, veintidós de Noviembre de mil novecientos veintinueve.- CARLOS IBAÑEZ C
-Modificada por D. L. 455 que dice: Las personas en sus operaciones podían convenir libremente como interés convencional máximo hasta un 50% por sobre el interés promedio cobrado por lo s bancos. Diario Oficial N° 28.859 de 25 de mayo de 1974, Decreto Ley dictado por la Junta de Gobierno de la República de Chile.
– Modificado por Ley Nº 18.010 que dice: No puede estipularse un interés que exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo
Santiago, veintitrés de junio de mil novecientos ochenta y uno.- AUGUSTO PINOCHET UGARTE, General de Ejército, Presidente de la República
Cómo puede existir equidad si tenemos un Presidente que acumula US$ 2.400 millones. Para esto, es obvio que no tiene el menor interés en la distribución de la renta y menos en hacer algo por la concentración de la riqueza.
Además, Andrónico Luksic, Anacleto Angelini, Eleodoro Matte y el actual Presidente Sebastián Piñera representaban en conjunto el 9,16% del PIB en 2004 y el 12,49% del PIB en 2008. Ellos controlan el 47% de los activos de la Bolsa en Chile. Con esto, es imposible que haya equidad y una sociedad más igualitaria.