El manual jesuita para detectar y enfrentar pedofilia y abusos que circuló después de la muerte de Poblete
Documento elaborado en 2011 abordaba el tema desde el punto de vista sicológico, revela la manera de enfrentarlo, descarta el celibato o la homosexualidad como causa y advierte que uno de cada 8 menores es abusado antes de cumplir los 16 años.
“Me ha parecido necesario rehacer el antiguo documento, incorporando una descripción actualizada del trastorno psicosexual de la pedofilia y otros tipos de abuso de poder, así como ofrecer un cuadro resumen de la legislación chilena sobre esta materia. Lo más importante, sin embargo, está en volver a impulsar un protocolo que recoge las normas y procedimientos que tanto jesuitas como otras personas de nuestras obras deben observar. Buscamos, por una parte, promover un ambiente formativo sano y seguro para nuestros niños y niñas y, por la otra, regular el modo de proceder en el caso que existan sospechas o denuncias”.
Así comienza la carta el sacerdote jesuita y provincial de la Orden en Chile, Eugenio Valenzuela, que pone en conocimiento de los “padres superiores” y los “jefes de obra y movimientos” de la existencia de un nuevo documento, un verdadero manual, para enfrentar la pedofilia y los abusos sexuales.
Mientras El Vaticano hacía su protocolo y la Iglesia de El Bosque se desangraba por las denuncias contra su líder espiritual, Fernando Karadima, los jesuitas trabajaban afanosamente en la actualización de un antiguo documento denominado “Normas y procedimientos de la Compañía de Jesús en Chile para el cuidado de un ambiente formativo sano con niños y niñas y la prevención de abusos sexuales”.
Para Valenzuela, dada la experiencia de los últimos años, el momento requería contar con un “procedimiento que impulse la transparencia y un actuar eficaz y rápido” frente al problema.
La idea era que el documento fuera difundido, a partir de 2011, en todos los lugares donde los jesuitas estuvieran presentes. “Le pido a cada superior de comunidad que promueva una reunión de comunidad que ayude a los jesuitas a conocer y apropiarse de este documento. Así también, le solicito a cada jefe de obra que procure que se observen todas las normas de prevención, incluyendo un taller formativo para todos aquellos que, de una u otra manera, tengan acceso o contacto con menores de edad. También les pido la adecuada publicidad de estas normas en nuestras obras”, señaló Valenzuela.
Para facilitar y hacer las denuncias expeditas y eficaces, señala el instructivo, en cada obra jesuita debía operar uno o dos delegados del provincial (laico o laica) quienes deben velar por recepcionarlas, comunicárselas al jesuita delegado del provincial en este ámbito (el Padre Ismael Aracena), velar por el cumplimiento del protocolo y, dar cuenta al provincial del cumplimiento de estas normas.
“Con este documento nos unimos a los esfuerzos que toda la Iglesia está realizando para evitar los males que provienen de las faltas graves que algunos de nuestros ministros han cometido en contra de menores. No está demás insistir en la responsabilidad que nos cabe a todos nosotros en procurar ambientes formativos respetuosos y sanos, así en como ofrecer toda la transparencia que sea posible. También de que en el caso de que se cometan abusos o se denuncien abusos cometidos en el pasado debemos velar por que se haga justicia con verdad y transparencia, y se tenga especial cuidado y atención a las víctimas”, finalizó Valenzuela.
Así, se actualizó el viejo manual con la colaboración de expertos y se confeccionó uno nuevo, dividido en tres capítulos, abordando el primero el problema de la pedofilia “desde una perspectiva psicológica para alcanzar una comprensión más amplia de este fenómeno que nos ayude a prevenirlo y detectarlo precozmente”. El capítulo segundo ofrece un cuadro resumen de la ley chilena. Finalmente, el tercer capítulo establece normas de procedimiento propias para el trabajo de jesuitas y funcionarios de obras de la Compañía con menores.
A continuación, una reproducción casi textual y completa de los capítulos 1 y 3.
CONCEPTOS Y CAUSAS
“El abuso sexual de menores ocurre cuando un adulto recurre a la seducción, el chantaje, las amenazas, la manipulación psicológica y/o el uso de fuerza física para involucrar a un niño o una niña en actividades sexuales o erotizadas de cualquier índole” comienza el documento.
Luego agrega -citando a Echeburúa y De Corral (2006) & Fagan et al. (2002)- que se estima que uno de cada 8 niños es abusado sexualmente antes de llegar a los 16 años, y que aproximadamente entre un 17% y un 25% de niñas y entre un 12% a un 15% de niños serán abusados en algún momento de su vida. En el 90% de los casos, el abusador es un hombre y un 80% de los abusos son cometidos por personas cercanas a la víctima.
“La pedofilia se define como un trastorno psiquiátrico caracterizado por un interés sexual persistente hacia niños prepúberes, que se ve reflejado en fantasías sexuales, deseos, pensamientos y/o conductas. El objeto de la atracción, el deseo y/o la práctica sexual se dirige hacia un niño o niña menor de 13 años. Se habla de trastorno porque se altera el objeto sexual propio de un adulto, que debiera ser otro adulto; y porque no permite una actividad sexual afectiva recíproca. Un individuo, para poder ser diagnosticado con este trastorno, debe tener 16 años o más y debe ser al menos 5 años mayor que la víctima.
Se estima que la prevalencia poblacional de este trastorno es de un 5%, y que es mucho más común en hombres que en mujeres. Algunos investigadores sugieren distinguir pedofilia de hebefilia para referirse a aquellas personas que presentan un interés sexual hacia adolescentes. En el ICD-107, considerando que existe esta discusión en la comunidad psiquiátrica, se incluye en el criterio diagnóstico de la pedofilia el interés en niños prepúberes, púberes y aquellos que están en el período de adolescencia temprana. Cabe señalar, sin embargo, que se estima que un 50% de personas con pedofilia no llegan a abusar de niños y que entre un 40% y 50% de los casos de abuso sexual en niños no son cometidos por personas con pedofilia. Contrario a muchas creencias, algunos pedófilos no abusan de niños y viven sus síntomas con mucha angustia”, sintetiza.
Y agrega: “En la entrevista, la mayoría de las personas con pedofilia señala sentir afecto y cariño hacia los niños y pocos explicitan o señalan ver a los niños como objetos de gratificación sexual. Son estos sentimientos los que pueden explicar la baja percepción que existe de los pedófilos respecto de las consecuencias de su conducta en los niños. De hecho, algunos autores definen la pedofilia como una alteración distorsionada en las relaciones amorosas.
La pedofilia implica una relación abusiva de poder. En general, se señala que pedófilos se acercan a niños que son percibidos como vulnerables (por ejemplo, niños cuyos padres se han separado recientemente, que parecen necesitados de atención y afecto). Es común que inicialmente les ofrezcan regalos, atención u otras formas de manifestaciones de afecto. Una vez iniciado el contacto sexual con el niño, los pedófilos usan su autoridad para aislar al niño y evitar que relate la situación a otros adultos. Es común también que pedófilos tengan además una relación cercana con la familia del niño, lo cual facilita el acercamiento a las víctimas. El niño o la niña pueden interpretar como afecto las expresiones de acercamiento sexual, aún cuando también lo vivan con ambivalencia y culpa. De todas maneras es importante señalar que los niños no tienen la capacidad para discriminar las intenciones del adulto y sus consecuencias, pero que los programas de prevención en los cuales se les enseña al niño a reconocer estas conductas y a reportarlas de manera temprana, han sido exitosos en la prevención del abuso”.
Respecto al celibato, en tela de juicio por los abusos cometidos por sacerdotes, el Manual señala taxativamente que “ningún trastorno sexual es causado por él” puesto que “la orientación y las preferencias sexuales se estructuran junto con el desarrollo de la personalidad”. Y argumenta: “De hecho se estima que, si bien en la mayoría de los casos, pedófilos hombres que abusan de niños se encuentran entre los 40 y los 60 años, hay estudios que indican que la atracción hacia niños se manifiesta temprano, durante la adolescencia, lo que sugiere que es un trastorno de inicio temprano en la vida. Este trastorno se encuentra en el individuo antes de la elección voluntaria del celibato. Otra cosa es que una persona con dificultades en su sexualidad o en su afectividad (por ejemplo, su autoestima e identidad sexual) se refugie en el sacerdocio o la vida religiosa y termine incurriendo en abusos sexuales. Tampoco existen estadísticas que sugieran que el porcentaje de pedófilos es más alto entre sacerdotes y religiosos que entre laicos. Por otro lado, si bien se señala que personas con pedofilia tienen dificultades para establecer relaciones interpersonales cercanas, se estima que al menos un 50% de ellos se casará en algún momento de su vida”.
La misma opinión se tiene respecto a la homosexualidad descartando cualquier relación entre ésta y la pedofilia, argumentando que “un porcentaje mayor de hombres que abusan sexualmente de niños se declaran heterosexuales.
“Un acto de pedofilia, además de ser un trastorno de la conducta sexual, constituye un acto criminal (sancionado por la ley civil y la ley eclesiástica) y un acto inmoral (se hace mal a una persona), cuya gravedad consiste en el abuso de poder (del adulto sobre el menor), dada la asimetría física y psicológica y de confianza (la amistad o la posición en la sociedad). Causa un enorme daño al menor en su desarrollo sexual y a su familia; y, en el caso de un sacerdote o de un religioso, perjudica gravemente el ministerio y servicio de la iglesia y la confianza en su misión con el consecuente cuestionamiento injusto de la credibilidad de otros sacerdotes. Por ello, no tiene justificación alguna, debe ser tratado como un acto delictual y sancionado”.
DETECCIÓN
Detectar y diagnosticar la pedofilia no es fácil, señala el documento. El uso de auto-reporte, común en psiquiatría y psicología tiene limitaciones importantes dada la connotación social negativa que tiene este trastorno. De hecho, en entrevistas, pueden parecer como individuos normales sin trastornos de salud mental.
La investigación en el área tiene limitaciones importantes dado que se ha estudiado fundamentalmente población penal y muy pocos investigadores han podido acceder a población clínica.
“En pedófilos se han encontrado antecedentes significativos en su historia sexual que son relevantes para detectar esta patología. Se sabe que han tenido algún contacto sexual con un niño con anterioridad, tienen antecedentes de posesión de pornografía infantil y presencia de otras desviaciones sexuales tales como, voyerismo y exhibicionismo entre otras (en tasas mayores a un 50%). Todos estos elementos son indicadores del trastorno. También se han detectado comorbilidades importantes, tales como presencia de otro trastorno psiquiátrico, como por ejemplo trastornos ansiosos, trastornos de personalidad y abusos de sustancias. Cabe destacar, que en el caso de pedófilos el abuso ocurre tanto estando como no estando intoxicado. Algunos autores señalan que individuos con pedofilia que además cumplan con los criterios de diagnóstico de psicopatía, es más probable que abusen de niños y que presenten conductas más violentas”.
Poco, sin embargo, se conoce sobre las causas de la pedofilia, según el documento por “las dificultades para poder estudiar el fenómeno”, asegurando luego que se trata de una condición mental que “suele darse de manera más frecuente en sujetos que sufrieron algún tipo de abuso cuando niños”.
Estudios con neuroimágenes, por otra parte, muestran alteraciones en el lóbulo frontal, el cual se sabe que cumple rol importante en el control de impulsos de los individuos. Esto es consistente con la manifestación de dificultades en el control de impulsos en esta población. La literatura especializada refiere que las primeras manifestaciones del trastorno se presentan alrededor de la pubertad pero que la manifestación conductual ocurre durante la adultez. Otros datos sugieren que tienen dificultades en las relaciones interpersonales, una baja autoestima, reportan una historia de lesión en la cabeza antes de los 13 años, una capacidad cognitiva disminuida y tienen historia de bajo rendimiento académico. Desgraciadamente, lo que sabemos sobre estas personas, está limitado a estudios con población penal y a un número muy limitado de investigaciones con población que se encuentra en hospitales psiquiátricos, lo que constituye una limitación importante de la literatura.
Se sabe también que situaciones de estrés llevan a individuos con pedofilia a abusar de menores, lo cual explicaría por qué la manifestación conductual se daría más adelante en la vida.
TIPOS DE PEDOFILIA
Los tipos de pedofilia se clasifican dependiendo de tres criterios: (1) atracción hacia hombres y mujeres o con una preferencia respecto del sexo de los niños; (2) rango de atracción (sólo incesto o se incluye a otras víctimas); y (3) si manifiesta atracción hacia personas de otras edades también o exclusivamente niños. Los clínicos describen encontrarse con individuos que han abusado de niños, otros que además mantienen relaciones sexuales con adultos y otros que no han llegado a abusar, pero buscan ayuda dada la vergüenza y ansiedad que les produce tener estos intereses.
Hasta la fecha no existen tratamientos que sean efectivos para eliminar el trastorno, pero se sabe que algunos pueden ayudar a los individuos a controlar su conducta. Existe un rango de tratamientos conductuales con técnicas de condicionamiento aversivo que se orientan a controlar el deseo sexual y atracción hacia niños a través de asociarlos con un estímulo aversivo.
Existen técnicas conductuales cognitivas que están orientadas a prevenir recaídas en el caso de personas que han abusado de niños y tienen como objetivo desarrollar estrategias de manejo conductual. La tasa de efectividad de estas terapias es baja y existen pocos ensayos clínicos que permitan evaluar su efectividad. Otras alternativas de tratamiento incluyen el uso de fármacos y el uso de castración quirúrgica, ambas con el objetivo de disminuir el deseo sexual. Pero es importante destacar que se considera una condición que no se puede curar y, hasta la fecha, no existe ningún tratamiento disponible que sea efectivo. En general, se sugiere que una combinación de tratamientos cognitivos conductuales con uso de fármacos parece ser una de las estrategias más efectivas para controlar la conducta.
Se sabe que lo más importante es desarrollar programas de prevención con niños que les permita reconocer qué conductas son adecuadas y cuáles no lo son, así como no generar oportunidades para que una persona con pedofilia abuse de un menor.
En el caso de abusos de parte de sacerdotes, se estima que más del 40% de los abusos ocurre en la residencia del párroco y que el riesgo es más alto si el párroco vive solo que si lo hace acompañado por otra persona. Por esta razón, normas que eviten que niños visiten solos a párrocos permiten disminuir el riesgo de manera importante.
RECUADRO 1
Normas para selección de Personal
Toda obra que trabaje con menores deberá seguir el siguiente procedimiento al momento de contratar personal:
Cuando se trata de una institución educacional que va a contratar un funcionario (un profesor, por ejemplo)
a. Solicitar siempre exámenes psicológicos que permitan diagnosticar posibles desórdenes o patologías de tipo psicosexual o de otro tipo y que impliquen una amenaza para los menores.
b. Solicitar referencias por escrito.
c. Todo funcionario nuevo será contratado por un período de tiempo limitado considerado de prueba.
Estas normas varían cuando se trata de conseguir voluntarios para una parroquia, un movimiento apostólico o alguna actividad extra curricular en una institución educacional.
a. Será tarea del párroco, jefe de obra, director de pastoral u otro responsable de la institución/movimiento entrevistar al candidato a un servicio voluntario.
RECUADRO 2
Así se debe denunciar
En caso que una denuncia afecte a un jesuita, se procederá del siguiente modo:
1. Para facilitar el procedimiento de denuncias, las posibles víctimas pueden recurrir a los delegados que el provincial nombra para cada obra y/o pueden hacer llegar la denuncia al delegado provincial.
2. En el caso de tratarse de establecimientos educacionales, los educadores y otras personas responsables del cuidado de menores tienen la obligación de denunciar los hechos criminales descritos arriba dentro de las veinticuatro horas que siguen al momento en que se conoció el hecho. La obligación opera cuando se ha cometido un hecho criminal en contra de un alumno del establecimiento donde sea que esté o cuando se ha cometido un delito dentro del establecimiento. La denuncia se puede realizar en Carabineros, PDI o el Ministerio Público.
3. Todos los jesuitas tienen la obligación de hacer llegar una denuncia que reciban al delegado provincial y al superior local. Si la denuncia es contra el jefe de obra o el superior, entonces sólo se avisará al delegado provincial.
4. El provincial nombrará una comisión ad hoc que estudiará la acusación y emitirá un juicio sobre la verosimilitud de la acusación.
5. El provincial podrá tomar medidas cautelares como juzgar la permanencia del jesuita en su responsabilidad pastoral e informará al P. General y al Obispo del lugar sobre la denuncia.
6. Se cuidarán los derechos y el anonimato tanto del acusado como del denunciante, procurando atención y cuidado para ambos en esta parte preliminar del proceso.
7. El provincial enviará el juicio de la comisión ad hoc al P. General quien indicará cómo continuar.
8. Todo lo anterior no reemplaza en caso alguno las investigaciones que la justicia civil y la propia institución lleven adelante. Siempre ha de quedar claro que la persona que hace la denuncia tiene el derecho de hacer la denuncia a la justicia civil, esto debe serle explicitado al momento que haga la denuncia.
En el caso que la denuncia afecte a algún funcionario o voluntario de la obra o institución, se sugiere el siguiente procedimiento:
1. Presentar las sospechas y/o denuncias al delegado del provincial.
2. La denuncia a la justicia, como se ha dicho, en el caso de tratarse de una institución educacional debe efectuarse dentro de las veinticuatro horas siguientes al momento en que se tomó conocimiento del hecho. Los funcionarios de un colegio o escuela a cargo del cuidado de menores están obligados a hacer la denuncia.
3. El delegado del provincial determinará cómo proceder, comunicando siempre la situación al director de la obra. Este se lo comunicará al provincial.
4. Si tras la investigación preliminar se verifica cierta verosimilitud de la denuncia, la institución deberá denunciar inmediatamente la situación a las autoridades competentes (Ministerio Público; Carabineros, PDI).
Interesante manual jesuita para enfrentar el abuso sexual y la pedofilia.
Me pareció interesante y muy necesario. Aborda el tema de manera seria, responsable y muy clara. Es obvio que esto no garantiza que las situaciones de abuso ocurran, sin embargo el sólo hecho de hablar del tema especialmente con los mismos niños ya es un avance, si se plantea y se rompen mitos dentro de la propia comunidad educativa en este caso es mejor.
Bien por la valentía y sinceridad de los Jesuitas!!
El Periodista en este número publica una interesante opinión sobre el rol que han de tener los Laicos en la Iglesia. (Columna de don Jaime Escobar).
Más ahora que se esperan nuevos nombres para las diócesis vacantes en varios lugares de Chile, como bien nos informa esta revista.
¿Que pasa en San Felipe, sigue o no el actual obispo Contreas Molina? Hay muchos rumores….mmmm
El Periodista hace rato que nos alertó sobre las andanzas de Errázuriz y compañia…
Ahora aparece el Protector de Karadima nada menos que con el pédofilo de Francisco José COX… que fue trasladado a un convento en Suiza, sin que la justicia lo tocara… Que verguenza con estos delincuentes amparados en el «sacerdocio». Y la Iglesia calla!!