El triunfo del No en 1988: Crónica de una derrota anunciada
El periodista Libio Pérez escribió la crónica política de la desaparecida revista Análisis con posterioridad al plebiscito del 5 de octubre de 1988. En ella da cuenta cómo se desarrolló la jornada y las urgentes horas que vivió el país hace 15 años. Este es el relato (en caliente) del medio que dirigía Juan Pablo Cárdenas.
Pinochet se retiró de La Moneda a las 2 de la madrugada del día 6. Había terminado, minutos antes, la reunión de gabinete en la que todos sus ministros presentaron su dimisión. Alberto Cardemil, subsecretario del Ministerio del Interior, se dirigió al edificio Diego Portales a entregar sus cómputos a través de los cuales la Dictadura asumía el triunfo del NO. El candidato único y derrotado estaba más solo que nunca, sin ministros, sin nada que celebrar y en la búsqueda de senderos que le permitiesen reelaborar una estrategia de reconstrucción de sus fuerzas. Fueron las horas en que, como nunca en quince años, la Dictadura estuvo más débil y aislada.
El triunfo del NO -ya claramente definido a eso de las 21 horas del día del Plebiscito- había sido trabajosamente conseguido. Pocos de los millones de electores supieron que ese día 5 de octubre, mientras se realizaba el acto en las urnas, personeros de todos los sectores -adictos al Régimen y opositores- realizaban intensas negociaciones que permitieran un desenlace normal del proceso.
La noche anterior al Plebiscito, varios de los más altos dirigentes del Comando por el NO se reunieron con el general de Carabineros Rodolfo Stange. En el encuentro no se trataron materias post-plebiscitarias, tampoco hubo compromisos de ningún tipo; sólo se abordaron materias de orden y procedimientos para el acto eleccionario. Aún así, lo significativo fue el hecho mismo. Se trató de un contacto al más alto nivel que, según dirigentes de la oposición, abrió un canal de comunicación que podría mantenerse a partir de ahora.
La preocupación mayor de los dirigentes opositores durante los días previos al Plebiscito era, sin embargo, el peligro de que el Régimen impusiera un fraude a gran escala. Antecedentes había muchos. Desde la retención de cédulas de identidad en los días previos, hasta el apagón que se produjo la noche del 4.
Ya el día 30 de septiembre, desde Londres, se filtró la información de que en los altos mandos militares se discutía la posibilidad de suspender el referéndum. El Financial Times indicó que la Dictadura chilena percibía su derrota. (ver nota sobre documentos de la CNI)
Sin embargo, el cerco al Régimen fue lanzado desde Washington, cuando el Departamento de Estado norteamericano citó al embajador Felipe Errázuriz y le manifestó sus aprensiones sobre la posibilidad de que la Dictadura se decidiera «a patear el tablero». Los norteamericano pidieron garantías para que el proceso se llevara a cabo sin irregularidades, se respetara el resultado de las urnas y no se manipularan las cifras. El Régimen, a través de una nota oficial, ofreció las garantías a lo solicitado.
GUERRILLA DE INFORMACION
Ya el día 5, la preocupación entre los opositores de que el Régimen pretendía manipular los escrutinios creció cuando el subsecretario Cardemil anunció -a las 10:30- que sólo se habían constituido un 35 por ciento de las mesas en todo el país. A esa hora el Comando por el NO tenía otra información: más del 60 por ciento de las mesas receptoras estaban funcionando. Cerca del mediodía, Cardemil indicó que el porcentaje había aumentado al 75 por ciento, mientras que la oposición disponía de datos de que las mesas constituidas alcanzaban al 98 por ciento. De hecho, a las 13:30 horas la totalidad de las mesas receptoras de sufragios, a lo largo de todo el país, estaban funcionando; pero, el ministerio del Interior lo reconoció pasadas las 16 horas de esa tarde.
Esta discrepancia en la información abrió espacio para que los dirigentes del Comando del NO evaluaran que la Dictadura pretendería atrasar los escrutinios y manipular las cifras. Desde las 16 horas los miembros del Comité Ejecutivo de la campaña por el NO se instalaron en la casa rosada de Victorino Lastarria a evaluar cada dato que les llegaba del Centro Computacional que funcionó en el tercer piso del mismo edificio. La situación era tensa y aunque los datos que manejaban no daban margen a dudas sobre cómo se desarrollaba el Plebiscito, las preocupaciones centrales se daban en torno a «las movidas» que realizaba la Dictadura. El Comité Ejecutivo se alimentaba además de la información que le entregaba un centro de Control y Escucha, instalado a pocos metros de allí, en el cual se centralizaban todos los datos que desde provincias y la Región Metropolitana transmitía una compleja red de observadores.
A esa hora los canales de televisión transmitían únicamente la versión oficial. Las entrevistas y opiniones eran sólo para personeros del Régimen. A tal punto llegó la situación que Patricio Aylwin, vocero de los 16 partidos por el NO, se comunicó telefónicamente con Eleodoro Rodríguez (director del Canal 13) para decirle que de continuar entregando información parcializada, los partidos opositores, a través de las radios, llamarían a «descolgarse» de las transmisiones de televisión.
Una situación similar se vivió a eso de las 23 horas. Nuevamente Aylwin llamó al canal católico para advertir que la oposición tenía información distinta a la que Canal 13 entregaba. «Ustedes serán responsables, cuando se sepa que el NO ganó, del clima que se pueda producir», le indicó el dirigente opositor al máximo ejecutivo de Canal 13.
CUANDO EL BARCO SE HUNDE
Desde tempranas horas los dirigentes de la Democracia Cristiana, desde Carmen 8 (sede del PDC), mantenían contactos telefónicos con dirigentes de Renovación Nacional (RN). La DC hacía esfuerzos para que ese partido de derecha, una vez que se entregaran los cómputos, reconociera el triunfo del NO. La idea fue desbaratar cualquier plan de fraude que el Régimen quisiera imponer. Los contactos fueron múltiples, pero el canal oficial se mantuvo entre Andrés Allamand y Edgardo Boeninger. RN se comprometió a reconocer los resultados que el Plebiscito arrojara. A las 19 horas, los dirigentes derechistas se reunieron en la sede de calle Suecia. Ya tenían algunos resultados parciales que les mostró que el NO tenía una amplia ventaja. Allí se acordó esperar algunas horas, hasta que se consolidara la tendencia de los resultados.
En el Edificio Diego Portales, mientras tanto, varios ministros se paseaban junto a militares de civil. Allí todavía reinaba el optimismo. «No hay duda que ganaremos y por amplia ventaja», indicó a ANALISIS el director de la División de Organizaciones Civiles, coronel Hernán Núñez, quien además cumplió un relevante papel en la campaña del candidato derrotado. En los mismos términos se expresaban los dirigentes de Avanzada Nacional, como Sergio Miranda Carrington, presidente de esa colectividad de ultraderecha. También estaban los dirigentes de la UDI por el SI y los de la Democracia Radical. Todo el optimismo se basaba en las reducidas cifras que entregó Cardemil y que daban por ganador al SI.
A eso de las 22:15 horas, William Thayer, miembro de la Comisión Política de RN, se retiró del Diego Portales. «Las cifras del ministerio del Interior -indicó- me parecen poco convincentes; la realidad parece ser otra». Era el último dirigente de RN que permanecía allí. Ya antes habían desaparecido los ministros y altos funcionarios del Régimen.
A la medianoche, los funcionarios de Televisión Nacional supieron que el boletín del ministerio del Interior sólo sería conocido a las 8 de la mañana del día 6. Pero ya algo había cambiado. A las 00:15, a través del Canal 13, Sergio Onofre Jarpa, presidente de RN, reconoció que, según cifras de su partido, «habría una tendencia favorable al NO».
Desde las 22 horas, frente a la Casa del SI se habían instalado los equipos de televisión y numerosos parlantes eran conectados «para la celebración» que estaba prevista, como indicó un funcionario de esa sede oficialista.
Sin embargo, faltando quince minutos para la una de la madrugada del día 6 y cuando estaba por comenzar una reunión de gabinete en La Moneda, el general de la FACH y miembro de la Junta, Fernando Matthei, señaló: «Tengo bastante claro que ganó el NO».
A la una de la madrugada se inició la reunión y allí se decidió entregar los cómputos que desde tempranas horas tenía el ministerio del Interior y que daban una clara e inmodificable tendencia ganadora al NO.
También en esa reunión todo el gabinete presentó su renuncia. Cuando Cardemil, a las dos de la madrugada, entregó los resultados era un funcionario renunciado. Sucedía lo mismo con el ministro Sergio Fernández cuando se refirió a «los resultados conocidos por todos».
En la Casa del SI, mientras tanto, se inició el desmantelamiento de los equipos instalados y la sede cerró sus puertas.
JUEGO DE PIERNAS
En el Comando por el NO, desde tempranas horas, las reuniones y «bilaterales» entre partidos se multiplicaban. La DC, mientras negociaba con Renovación Nacional, también lo hacía con el Partido Comunista. A estos últimos se les pedía un compromiso de no convocatoria a las calles y mantener los acuerdos de conducta común a los que se había arribado en los días anteriores. Un dirigente del PC entró varias veces a la sede del Comando por el NO durante esa noche.
También, a pocos metros de allí, en una conocida Peña, se había instalado el Comité Político de la Izquierda Unida. Este conglomerado a las 22:30 horas ofreció una conferencia de prensa en la que proclamó el triunfo del NO. «Este es el triunfo de todo el pueblo y el pueblo lo va a defender», indicó Aníbal Palma, presidente de la IU. Y reiteró que «Pinochet es el obstáculo para acceder a la democracia», agregando que «las FFAA no pueden ligar su suerte a un candidato derrotado».
Sin embargo, la IU no pudo escalar aún más su demanda. El conglomerado, desde hacía varios días, estaba cruzado por serias discrepancias. Las máximas directivas de la Izquierda Cristiana y del Partido Socialista (Almeyda), por separado, días antes habían puesto en votación «el congelamiento de la IU». La propuesta, en ambos partidos, fue rechazada, pero la unidad interna quedó resentida. De hecho, los partidos de la IU que participan de la Concertación por el NO se jugaron por rebajar el perfil de la Izquierda y su protagonismo, indicó una fuente comunista.
Y a partir de las dos de la madrugada del día 6, la conducción del proceso que se abría con la derrota de Pinochet se trasladó a la Concertación de los 16.
Allí, Patricio Aylwin, junto a los jefes de partidos, reiteró el sentido del NO que había definido la Concertación. Con el triunfo en la mano se insistió en que el NO «es al candidato, al Régimen y su itinerario»; por tanto se postula «concordar con las FFAA» el tránsito hacia elecciones libres al más breve plazo.
AL DIA SIGUIENTE
Conocida la derrota del Dictador, la tónica de las reacciones se trasladó a las calles y plazas del país. Sin embargo, en las cúpulas políticas las discusiones y evaluaciones continuaron.
Transcurrió todo el día 6 sin que Pinochet anunciara su gabinete. Fue un día sin ministros de Estado. A las 11 de la mañana, toda la directiva de Renovación Nacional se presentó ante la prensa. Andrés Allamand dio lectura a un comunicado en el que se dice «que el futuro de la Patria no está resuelto» y que «en las actuales circunstancias, RN reitera su respaldo a las FFAA, al Presidente de la República y a la Junta de Gobierno». Sin embargo, en relación a la institucionalidad, RN planteó algo distinto a lo que propugna la Dictadura. «Es necesario modificar la Constitución», afirmó Jarpa, en un plazo que comprenda el año previo a la realización de elecciones generales. «Es más fácil mientras la Junta permanece en ejercicio», agregó el dirigente derechista.
El partido ultraderechista Avanzada Nacional hizo lo propio. En conferencia de prensa manifestó «su inquebrantable decisión de defender la Constitución y la legalidad vigente», al mismo tiempo que disparaba duras críticas hacia la conducción de la campaña del Régimen y hacia el ministro Sergio Fernández.
Jaime Guzmán, presidente de la UDI, por su parte, indicó que «los sectores democráticos que integran la Concertación por el NO han sido prudentes hasta ahora», pero advirtió que cualquier intento de alterar la institucionalidad «nos llevaría a que el propio resultado tropezara con su fuente de validez y legitimidad», es decir, con las FFAA.
El día jueves, mientras miles de personas ocupaban la Alameda, Patricio Aylwin habló a la prensa como presidente del PDC. Insistió en que la oposición no «escalaría las demandas que a su tiempo planteó» y que estaban a la espera de que se abriera un canal de comunicación con el Régimen para insistir sobre negociaciones que permitan modificar el calendario institucional. Ante una pregunta directa si acaso la DC solicitaría la renuncia de Pinochet, Aylwin fue enfático: «Eso no está entre las demandas de la Concertación de los partidos». Abajo, mientras tanto, miles de chilenos exigían la salida del Dictador. Cuando un periodista le preguntó sobre la petición de los manifestantes, el dirigente de la DC señaló: «El grito ¡Y va a caer! fue una consigna de la campaña y tal vez haya algunos sectores minoritarios que crean que será posible acelerar las decisiones a través de movilizaciones en la calle».
Los esfuerzos de Aylwin por mantener esa política de `no escalamiento de la demanda democrática’ se topó, sin embargo, con la rigidez de la Dictadura. A través de cadena nacional, Pinochet anunció que no está dispuesto a dejar ninguno de los cargos que ocupa; ni la presidencia, ni la comandancia del Ejército. Es más, ratificó el mismo gabinete que dirigió su fracasada campaña electoral.
Por eso, al cierre de esta edición, varias de las fuerzas políticas que integran la Concertación de partidos por el NO, por separado comenzaban a exigir la renuncia del Dictador. Así se manifestó el Partido Socialista (Almeyda) y el Partido Humanista. Igual demanda daría a conocer la Izquierda Unida.
El Régimen, mientras tanto, continuaba atrincherándose en su Constitución. Y no daba ninguna señal de aceptar una negociación.
Esa fue la larga noche negra de Chile y el dia que más vivimos en peligro!