Fue portada de National Geographic en 1973: Historia de la desconocida mujer de la foto
ESTA ES VIOLETA
A sus casi 50 años, Violeta carece de las marcas de un pasado traumático en su cara. Cuando se saca sus lentes de sol, sus ojos dicen cosas lindas. Violeta es una mujer viva y risueña que no puede creer que la entrevisten por una foto que se tomó hace tanto tiempo. Una instantánea para la que, en estricto rigor, no posó, porque George F. Mobley el reputado fotógrafo de Geographic jamás le advirtió de que la estaba retratando en medio de la muchedumbre.
«Fue una gran sorpresa. Yo tenía 15 años. Estoy segura de que era marzo del 73 y que estaba en Plaza Italia para la marcha de las cacerolas contra el gobierno de la UP. Nadie me pidió posar y unos meses después, un amigo que estudiaba en Estados Unidos me mandó la revista con mi cara en la portada».
La ropa que llevaba puesta era una especie de simple uniforme de la época para ir a las protestas anti unidad popular: polera roja con jeans apretados. La bandera -recuerda Violeta- se la pasó un amigo que iba en moto. Salir a la calle para ella y su entorno era tan normal como tomar té en la mañana. Si es que había té.
Recuerdo que llegaba del colegio, hacía las tareas y me mandaban por el tour completo: a hacer colas para comprar lo que encontrara y de paso, ir a pararme a las protestas en contra de la UP. La verdad es que no entendía mucho. Iba a la calle porque veía a mi mamá urgida porque faltaban cosas que nunca antes habían faltado y porque todo mi entorno estaba en las mismas».
En esa época, Violeta iba en el Universitario Inglés y vivía en Apoquindo con El Bosque, comuna de Las Condes. A pesar de su tierna edad, su noción de las cosas no se alejaba de la de un gran grupo de chilenos. Si salía a reclamar, era porque no se podían encontrar alimentos básicos, aunque se tuviera el poder adquisitivo para hacerlo y claro, si el Presidente era culpable de aquello, la lógica era que se tenía que ir. Punto. Además, reclamar era casi gratuito: no implicaba un gran riesgo participar: «Nos juntábamos con las niñas de las monjas inglesas y del Villa María y nos íbamos en grupo a protestar a la biblioteca nacional. Era todo súper protegido, ni comparado con lo que fueron los pingüinos el año que pasó».
Aunque haya 15 millones de versiones, todo lo que vino después se conoce. Allende afuera, Pinochet adentro. Y Violeta pasó a ser una más de la inmensa y silenciosa mayoría que no alcanzó a polarizarse por el dolor. La misma mayoría que se quedó en casa ese tórrido día de diciembre en que murió el General.