Qué yace tras una chanza
“Piñera quiere ser un presidente cercano y dar la impresión de un gobierno ciudadano, como el que lo precedió, pero su programa, ideario y plataforma política, finalmente, irán en un sentido contrario”
Escribe Francisco Martorell / Director El Periodista
Goethe dice del escritor alemán Lichtenberg que “allí donde dice una chanza, yace oculto un problema”.
La cita es reproducida por Sigmund Freud, cuando se refiere a los errores, en el libro Psicopatología de la vida cotidiana. Y él, no sólo la hace suya, sino que la amplía respecto a su obra sobre los sueños: “allí donde aparece un error, yace detrás una represión o mejor dicho una insinceridad, una desfiguración de la verdad”, puntualiza el padre del Sicoanálisis.
¿Qué tendrá que ver esto con usted? Nada, tal vez, o casi. Pero quizá, sí mucho con lo que le ocurre al Presidente de la República.
Si bien un grupo mayoritario de los chilenos lo eligió para dirigir los destinos del país hasta el 2014, muchos en las encuestas decían que era el menos creíble de los candidatos. Hasta enero, sólo operaron sus fortalezas y el foco de atención no estaba de lleno sobre su accionar, figura, ademanes, tics o personalidad. Todavía era uno más, de cuatro primero y de dos después.
Desde el 11 de marzo, Sebastián Piñera está sólo en escena, rodeado de ministros y de colaboradores, pero demasiado omnipresente, en terreno y corriendo, comiendo sopaipillas o cazuelas, trotando fuera del país con otro mandatario, pilotando un helicóptero de Carabineros, durmiendo en una mediagua, pateando una pelota, viendo el partido aquí y allá. Para septiembre, en los días de fiesta, pretende estar en todas las regiones del país en 72 horas. ¿Una locura, una necesidad o algo compulsivo?
El Presidente se expone y mucho. Lo hizo con Marcelo Bielsa dos veces. Algo que debió ser normal, la visita de los jugadores a Palacio, se convirtió en un problema nacional. No importa si consiguió más adeptos que el DT rosarino tras la pugna, porque su desafío no es ganarle a Bielsa o a la ANFP, sino responder a las inquietudes y necesidades de los chilenos. Y estos, ven que hay mucha chanza, pero también errores y que sus acciones, muchas veces, no se ven sinceras. A diferencia de su antecesora, que hasta lo que le salía mal le redundaba en popularidad, Piñera no está siendo él y, entonces, pierde naturalidad. A Bachelet le pidieron que diera el puntapié inicial al inaugurar un torneo de fútbol femenino y se le salió un zapato. Nada más ridículo. Pero fue gracioso e improvisado. Ganó. El actual Presidente pidió que le pusieran un arco para patearle un penal a Bravo en su visita a Juan Pinto Durán antes de que el seleccionado partiera a Sudáfrica. Luego, una de sus chanzas, nombró a los jugadores por sus apodos y al jefe le dijo “loco”. Perdió. Igual que cuando insistió en que el niño de Dichato dijera “zafrada. “Su imagen se chacrea”, dicen en la UDI.
¿Qué yace detrás de estas acciones presidenciales? Tal vez represión, pero eso no es un síntoma político. ¿Insinceridad o desfiguración de la verdad? Piñera quiere ser un presidente cercano y dar la impresión de un gobierno ciudadano, como el que lo precedió, pero su programa, ideario y plataforma política, finalmente, irán en un sentido contrario. El Presidente, que ya no tiene ese ADN de centro que lo heredó de sus padres, cree en el mercado, abierto y omnipotente. Sus socios también. Ministros, subsecretarios y seremis, provienen de ese mundo. ¿Puede dejarse librado totalmente al mercado la Salud y la Educación? No. Ni crecer desmesuradamente y ser autosustentable.
Su meta es ambiciosa, pero limitada (ni siquiera tiene mayoría en el Congreso) y el Estado no es fácil.
El Presidente, entonces, se siente cómodo a 100 kilómetros por hora, a toda velocidad, porque detrás del movimiento, está la realidad. Y esa, sin duda, muestra que “otra cosa es con guitarra”. Y que, detrás de sus sueños, no yacen los de los chilenos más necesitados.
Excelente!
…¡¡Eso es…..está bien dicho…Pero resulta que ahora nadie votó por él, comenzando por los taxistas…