El día en que el Estado de Chile salvó de la quiebra segura a los diarios El Mercurio y La Tercera
1. El Mercurio no
Como podrá verse a continuación, la permuta de créditos que originó el proceso 133.428-6 no fue ni la primera ni la única de las operaciones del Banco del Estado orientadas al salvataje de El Mercurio. Con la devaluación del peso motivada por la crisis de 1982, hacia 1985 la empresa El Mercurio SAP acumulaba una deuda de 5,2 millones de Unidades de Fomento, equivalentes al día de hoy a más de 87 mil millones de pesos, la mayor parte de la cual las debía al Banco del Estado. En condiciones normales, un deudor de semejantes montos es ejecutado, y su deuda capitalizada por los bancos aceedores, pero El Mercurio no era un deudor como los demás, de forma que se lo premió con sucesivos y ventajosos convenios de reprogramación de deudas.
En el informe de la ingeniera comercial Jessica López, del Banco del Estado, que rola a fojas 17 del Cuaderno de Documentos N° II, se lee: «En 1987 los bancos acreedores capitalizaron 1,1 millones de UF de las deudas de la empresa. Como requisito para su capitalización, el Banco del Estado, que capitalizó 635 mil UF, exigió la regularización de los deudores relacionados -Inversiones Tierra Amarilla y Agustín Edwards- cuyas deudas no habían tenido servicio alguno desde su otorgamiento. Para ello se creó la empresa Comercial Canelo, la que se fusionó con Tierra Amarilla. (…) Comercial Canelo compró activos a El Mercurio y le pagó novando deuda que esa empresa mantenía con el Banco del Estado. Asimismo, compró acciones de El Mercurio a Agustín Edwards y le pagó afianzando la deuda de éste con el Banco del Estado y asumiendo el servicio de ella. En octubre de 1988 el banco del Estado, de acuerdo con lo acordado, vende sus acciones de El Mercurio en 249 mil UF, las que fueron adquiridas por Comercial Canelo a través de un crédito del propio Banco del Estado».
Así, mediante la ingeniería financiera de recíprocas operaciones de triangulación y endosos accionarios con una empresa de fachada, cuyo principal accionista era el mismo Agustín Edwards, y con nuevos créditos del propio Banco del Estado, El Mercurio obtuvo una reducción de hasta casi dos tercios de sus pasivos, en condiciones de pago sumamente ventajosas. En la declaración judicial del ingeniero comercial Jorge Charad, secretario ejecutivo de la comisión de bancos acreedores de El Mercurio, que rola a fojas 336, se lee: «La empresa estaba técnicamente quebrada y su patrimonio era negativo en varios millones. Para evitar su quiebra y a objeto de aumentar la recuperación de sus acreencias, en 1995 se firmó un convenio en el cual El Mercurio servía un 30% de sus pasivos en un plazo de diez años y se imponía al deudor una tasa de interés del 7% anual. (…) Dicho convenio fue modificado en junio de 1987 y en términos generales cambiaba la tasa de interés fija del 7% a un sistema de tasa flotante relacionada con la Tasa de Interés Promedio más un margen que dependía de la capitalización de deuda que los bancos acreedores hicieron en El Mercurio, acciones que finalmente los bancos vendieron a Comercial Canelo. Estas modificaciones significaron un fuerte alivio para el deudor al reducir el peso de su carga financiera, y además acordaron permitir que El Mercurio pudiera otorgar dividendos cuando hubiera reducido su deuda en convenio al 50%».
El propio Alvaro Bardón reconoció en su declaración judicial, que rola a fojas 305: «concuerdo con que con esta operación Comercial Canelo quedó convertida en una empresa viable y que antes estaba quebrada». El mensaje es claro: si un deudor debe poca plata, está en serias dificultades, pero si debe mucha, el problema se lo transfiere al acreedor.
En orden de importancia, el segundo mecanismo para diseminar la deuda de El Mercurio fue la operación de permuta de créditos que originó el proceso por fraude al fisco sustanciado por el juez Solís. En operaciones realizadas entre el 27 de diciembre de 1989 y el 8 de marzo de 1990, es decir hasta el día hábil antes del cambio de régimen, el Banco del Estado, por sucesivos acuerdos del directorio presidido por Bardón, cedió créditos de El Mercurio, Comercial Canelo y Agustín Edwards por un monto total de un millón 918 mil 207 Unidades de Fomento. Los créditos de Comercial Canelo (918. 897 UF) y de Agustín Edwards (758.436 UF) fueron cedidos a CFI Internacional, una empresas de intermediación financiera que actuó por encargo del Banco de Chile y los créditos de El Mercurio SAP (240.873 UF) se cedieron al Banco Sudamericano (80%) y Banco del Pacífico (20%).
El Banco del Estado no sólo cedió créditos de El Mercurio SAP, sino que recibió créditos de la misma empresa provenientes de CFI, adquiridos el mismo día al Banco de Chile, y del Banco Sudamericano, adquiridos ese mismo día al Banco Osorno y La Unión, por un monto total de 200.743 UF. Del informe de Jessica López, se desprende el detalle que explica esta curiosa operación: los créditos cedidos por el BECh estaban pactados en UF, al 8,5% de interés anual y contaban con sólidas garantías, mientras que los créditos recibidos de las otras instituciones financieras estaban pactados a un interés menor y no estaban respaldados por garantía alguna.
Pero eso no es todo. Un escrito del abogado del Banco del Estado, Manuel Guzmán Vial, que rola a fojas 722, con el cual intentaba revertir el cierre del sumario, llama la atención sobre el hecho de que «por escritura pública del 28 de diciembre de 1989, CFI le remite a Comercial Canelo su deuda en un 66,5%, con lo que la deuda que el día anterior era de un millón 77 mil 334 UF queda reducida a 561 mil 906 UF y liberado don Agustín Edwards».
Un tercer mecanismo para reducir la deuda de El Mercurio consistió en el canje de deuda por avisos publicitarios. Es así como en el Cuaderno de Documentos N° XXI aparece el contrato suscrito el 31 de diciembre de 1989, mediante el cual el Banco del Estado se compromete a pagar 600 millones de pesos, alrededor de un millón de dólares de la época, a ser descontados de la deuda, por 223 mil 307 centímetros/columna de avisaje en el diario. En su defensa, Alvaro Bardón imputó los 137 millones de pesos por concepto de descuento por volumen, entre los «beneficios» obtenidos por el Banco de su relación comercial con El Mercurio.
En la misma categoría coloca 22 mil UF de «ganancia» por la extinción de un crédito de 15 millones de dólares concedido por Citibank a El Mercurio, avalado por el Banco del Estado, el que éste se obligó a asumir en la reprogramación de 1987. En otras palabras, el crédito obtenido por El Mercurio en 1984 fue pagado por el Banco del Estado en 1987. . Por pagarlo de manera anticipada, «ahorró» 44 mil UF, la mitad de las cuales cedió a título gracioso a El Mercurio, o más bien, descontó de su deuda, con fecha 4 de diciembre de 1989 . En eso consistió otro de los «beneficios» para el banco invocados por Bardón. Con acreedores tan gentiles, no hay deuda que resista.
Después de tremendo culebrón, lo del arroz sí es un chiste. Gracias por compartir los detalles de esta info.
Ahora los de la concerta no tendrán voz por el error que ellos mismos cometieron al entregar más del 75% del avisaje estatal a El Mercurio y la tercera. ahora se necesitara mas que nunca medios que digan las cosas como son,……
Es sabido que la ambición rompe el saco. Me imagino que para las autoridades de ese entonces no era lo mismo aparecer en las páginas socilales de El Mercurio, que el las de La Epoca. Se quiso apostar a gandor, y el resultado se ve ahora. Todos los medios en manos de un sector Político, y un grupo económico.