Nuevas ideas y liderazgos

Escribe Francisco Chahuán / Senador electo

“La reciente elección se proyectará como el cierre de la transición, pues hoy la ciudadanía ha dejado de votar por trincheras político-partidistas y ha optado por dar curso a sus esperanzas y a la necesidad de cambios”

Si hay algo que nadie puede negar, es que la alternancia en el poder permite el recambio de los equipos, la eventual refocalización de las políticas públicas, la entrada de aire nuevo al aparato estatal y, lo que es más importante, genera la renovación de las energías.

Dichos efectos son positivos y, por lo mismo, deseables a todo nivel. De ahí que esa lógica también corra para los partidos y conglomerados.

Justamente porque nos hemos preocupado de que así sea, podemos afirmar que el problema que tiene la Concertación hoy día, respecto de las ideas y liderazgos, no lo tiene la Coalición por el Cambio. En el caso particular de Renovación Nacional, tras un proceso liderado por Carlos Larraín, fuimos capaces en las últimas elecciones parlamentarias de elegir a 6 diputados –que se unen a nuestra bancada–, al senador más joven desde 1990 y a la senadora de menos edad de nuestro conglomerado.

Este es el fruto de la renovación de las ideas y los cuadros políticos que hemos propiciado, lo que nos ha fortalecido tanto como para asumir la responsabilidad de ser uno de los partidos ejes del Gobierno. Figuras nuevas –como Bruno Baranda, por nombrar un ejemplo– evidencian esa voluntad, que busca convocar a más jóvenes, miembros de una generación comprometida con el servicio público y el futuro de Chile.

Creo que este espíritu le permitirá a Sebastián Piñera consolidar lo bueno del trabajo que ya se ha realizado, lo que debe ir de la mano con una sana y necesaria meritocracia, un llamado a los mejores –aun cuando no hayan votado por él– y la voluntad férrea de hacer uno de los mejores gobiernos de la historia de nuestro país.

Por esto creo que la reciente elección se proyectará como el cierre de la transición, pues hoy la ciudadanía ha dejado de votar por trincheras político-partidistas y ha optado por dar curso a sus esperanzas y a la necesidad de cambios.

Tal como lo ha dicho Piñera, el suyo será un gobierno de unidad nacional, con gente que reúna las competencias y esté dispuesta a trabajar por los grandes acuerdos en pro del bienestar de Chile.

Esto, por cierto, nos obligará a seguir integrando voluntades, para ampliar nuestro conglomerado más allá de sus límites naturales.

En este contexto, lo esperable es que, tal como nosotros en su momento, la nueva oposición sea constructiva, tenga la voluntad de sumar y no se tiente con bloquear iniciativas porque sí.

Sebastián Piñera hará un gobierno de futuro, que va a representar la necesidad ineludible de avanzar en muchos temas y dará la posibilidad de que nuestro país, finalmente, se reconcilie. Por eso y para eso, necesitamos compromiso y muy buena fe pero, sobre todo, amor por nuestro país.

Lo cierto es que la forma de entender Chile cambió el 17 de enero recién pasado. Ese día, fue la gente la que ganó.