De brechas y redes

tatianaEscribe Tatiana Benavides

«Desde hace unos pocos años, las brechas se hicieron digitales como asimismo las redes. Y con esto hemos entrado a otro mundo. Otro mundo de inclusión y de exclusión. Los que están dentro o fuera, lo que están de éste o del otro lado».

Nos guste o no, el mundo digital es una realidad creciente que se ha instalado en todos los aspectos de nuestras vidas, donde se desarrolla cómodamente, conquistando espacios y perneando nuestras mentes –especialmente la de los jóvenes. Palabras de uso corriente han sido apropiadas por este nuevo mundo y van unidas, conciente o inconcientemente, con la palabra “digital” como si se tratara de un sufijo. Hasta hace poco se hablaba mayoritariamente de brecha generacional y más de alguien asociaba la palabra redes con la bíblica pesca milagrosa y las innumerables representaciones artísticas a las que dio origen a lo largo de los siglos.

Desde hace unos pocos años, las brechas se hicieron digitales como asimismo las redes. Y con esto hemos entrado a otro mundo. Otro mundo de inclusión y de exclusión. Los que están dentro o fuera, lo que están de éste o del otro lado. Lo que nació como una forma de aunar e igualar a millones de personas, terminó ordenándolos de un lado u otro de la nueva brecha. Y las redes, que sirven para arrastrar a las personas fuera del aislamiento, de la falta de posibilidades, de la ignorancia, y, en último término, de la pobreza, también separan y distinguen.

La gran tarea de aquellas instituciones que, como World Vision, tienen como meta rescatar a los niños de la pobreza, es usar redes, redes de todo tipo, digitales o de simples contactos en sus propias comunidades, en sus instituciones, en sus países, para ayudar a los niños a cruzar las brechas, digitales o no, que los separan de un futuro promisorio y los condenan a permanecer en sus ámbitos de pobreza. Algunos logran escapar, pero la mayoría permanece. Es necesario por lo tanto el uso de las redes liberadoras que, entre otras cosas facilitan el aprendizaje integral fuera del aula, permitiendo poner en práctica los conceptos adquiridos. También permiten evitar el funesto aislamiento social tan arraigado en nuestro país y en el mundo entero. Para aquellos que poseen un espíritu emprendedor, les permite buscar la información y valerse por sí mismos y, además, ser críticos en el momento de seleccionar la información obtenida. Y, finalmente, esta red humaniza, al permitir dar curso a un instinto tan humano como es el deseo de compartir sin límites.

Estas redes están allí, hoy, esperando que los niños las usen para cerrar en nuestro país, y de una vez por todas, la brecha que separa y clasifica a nuestros ciudadanos en los de primera y los de segunda clase.

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El Periodista