Hagamos que las cosas pasen

Por Francisco Chahuán

“La alternancia en el poder es una de las opciones que ofrece el sistema democrático para evitar la corrupción y revertir la inercia en que suelen caer las coaliciones políticas después de muchos años en el poder”

Quiero aprovechar esta tribuna para agradecer. Para darle las gracias a las miles de personas que han creído en mí. A los que lo hicieron desde un comienzo y a quienes se fueron sumando de a poco. A los que me dieron su voto el pasado 13 de diciembre y también a los que no lo hicieron, pero que igualmente me han expresado su apoyo. A los que no me apoyan, pero me respetan como legítimo otro en la convivencia. A mi colonia, que siempre me respaldó transversalmente. A mi familia, a mis amigos y a mi equipo de colaboradores y voluntarios, que volcaron su alma y corazón para que las cosas hayan pasado. Pero sobre todo, quiero agradecerle a Dios, por darme esta responsabilidad.

Lo hago porque este triunfo no es mío, sino de todos quienes piensan que hay que darle espacio a las regiones y terminar con la mala costumbre de imponer las decisiones desde Santiago. Pero, más aún, porque siento que con éste hemos podido demostrar que los límites nos los ponemos nosotros mismos y que mientras más lejos los ubiquemos, más allá podremos caminar. Y no se trata de mera ambición, sino de permitirse soñar, porque es a partir de la reivindicación de los sueños que se pueden hacer grandes cosas.

En la V Costa hemos logrado aunar miles de voluntades en torno a anhelos comunes, que tienen que ver con superar la pobreza, erradicar los campamentos, ofrecer educación de calidad para todos y ubicar a la persona en el centro de nuestras preocupaciones. A estas urgencias no les bastan las derechas ni las izquierdas y exigen necesariamente que terminemos con la cultura del metro cuadrado, para sentir con el otro y tener interés en ponerse en su lugar. Es imperativo que dejemos de lado la indiferencia.

Todos quienes comulgan con este ideario son parte de lo que está llamado a ser una nueva mayoría que le va a dar su impronta y carisma al próximo gobierno de Sebastián Piñera. Estoy convencido de que juntos vamos a hacer que las cosas pasen, no sólo en la V Costa y mi Región, sino en Chile.

Nos hace falta fijarnos metas ambiciosas y recuperar la capacidad de soñar.

También requerimos nuevos liderazgos para que podamos dejar de mirar hacia el pasado y hacerlo con esperanza en el futuro. Tenemos que creer en nosotros y pensar en los 30 años que vienen, aprendiendo del pasado –por cierto– pero dejándolo atrás.

Eso tiene que ver con crear una agenda prospectiva, que nos permita imaginar el país que queremos. Cuando nos sentemos a discutir con voluntad sobre políticas de largo plazo podremos construir los acuerdos fundamentales para encaminar a Chile hacia un progreso dinámico y más igualitario.

La alternancia en el poder es una de las opciones que ofrece el sistema democrático para evitar la corrupción y revertir la inercia en que suelen caer las coaliciones políticas después de muchos años en el poder. Eso es así, aunque no le guste a los representantes de la Concertación, que a menudo desestiman las virtudes de este principio.

El desgaste del bloque oficialista es evidente y no podía ser de otro modo, transcurridos 20 años gobernando. Y este juicio, lejos de ser oportunista, nace de la misma convicción que me llevó a presentar, recién asumido mi cargo en la Cámara Baja, la reforma del artículo 51 de la Constitución, para limitar la reelección indefinida de diputados y senadores.

Por todo eso, y aunque se diga que todo tiempo pasado fue mejor, creo firmemente que lo mejor para nuestro país es lo que está por venir. Por último, quiero dedicar este triunfo a mi padre, mi madre y a mi abuelo, que me enseñaron que todas las acciones en la vida generan consecuencias y que la perseverancia y la capacidad de soñar son capaces de mover montañas.