La ONU nos avala
Escribe Patricio Herman
Desde hace años estamos interpelando, por los medios, a los gobiernos de la Concertación por su desinterés en abordar seriamente los temas del urbanismo y medio ambiente.
Entre otras cosas, hemos señalado que en Chile, por lo menos desde 1973 a la fecha, no ha existido la planificación urbana y que es un despropósito que el ministerio de Vivienda también se denomine de Urbanismo.
Con diversas organizaciones ciudadanas, en más de una ocasión, le hemos enviado cartas a la presidenta Bachelet evidenciando, con hechos concretos, lo que ha estado aconteciendo, pero la mandataria tiene otras preocupaciones en su agenda.
En los programas de gobierno de las 4 administraciones se han establecido planes de acción y medidas sectoriales francamente juiciosas, las que han invitado a muchos electores a votar por sus sucesivos presidentes, pero en la hora de las definiciones, tales «buenas intenciones» han quedado en el olvido, porque las presiones que han recibido de los grupos de interés han sido más fuertes y «convincentes»: es decir, estos gobernantes prometieron y no han cumplido en los ámbitos reseñados.
Ahora bien, el 5 de octubre pasado se dio a conocer en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCH, en el marco del Día Mundial Hábitat, un completo informe de la ONU (*) en el cual se estableció que la megalópolis de Santiago es una de las más desiguales en lo relativo al ordenamiento urbano, dejando de paso muy mal parado al Transantiago.
Teniéndose en cuenta que la cuenca de Santiago está saturada y latente desde 1996 de ciertos elementos contaminantes y dado que nos encontramos cercados por cerros, en los meses de otoño e invierno tenemos poca ventilación y padecemos de la inversión térmica, lo lógico hubiera sido que las autoridades se hubieran ceñido escrupulosamente a las medidas ambientales preventivas del Plan de Descontaminación para mejorar la calidad del aire. Pero los gobernantes de turno -Frei, Lagos y Bachelet- cayeron ante los lobbystas y desmantelando ese instrumento normativo, dieron paso a los recurrentes cambios de uso de suelo de agrícola y urbano, desprotegiendo las áreas verdes, con las consecuencias conocidas por todos, corroboradas por la ONU.
En ese informe se le critica a nuestro país la falta de planificación urbana, ya que esta ausencia ha permitido una expansión horizontal extremadamente permisiva, generando así un crecimiento desordenado con graves consecuencias ambientales, económicas, sociales y funcionales. Se le reprende también a nuestra clase política que no exista la participación ciudadana en la elaboración de los instrumentos normativos y en la toma de las decisiones.
La ONU nos propone que se aprueben leyes que garanticen los compromisos ambientales y sociales en las políticas urbanas, la descentralización en las decisiones, mejor coordinación entre los servicios del gobierno central y municipalidades en los proyectos urbanísticos: recordar el caso de Sanhattan y otras consideraciones de sentido común. También nos dice que la anarquía generalizada en la esfera de la ciudad nos hace aumentar los costos de urbanización, del crecimiento, transporte y equipamientos. Y fue lapidario con el mal concebido Transantiago, al cual lo trató como un ejemplo de implementación fallida en su origen y ejecución.
Por lo tanto, está claro que el endeble Estado chileno voluntariamente se ha desentendido de su rol conductor y por ello estimamos que hay que hacer un cambio radical, pero sin agrandar la estructura del Estado como lo propone el candidato Frei, sino con funcionarios íntegros que, como servidores, ejerzan con convicción sus roles públicos.
CITA
«Un informe del organismo internacional estableció que Santiago es una de las ciudades más desiguales en lo relativo al ordenamiento urbano»