Emprendedores
El emprendimiento es una de las características del Ser Humano y de sus formas de asociación. Más aún, es ello lo que ha permitido un desarrollo y cambios relevantes en la historia de la humanidad.
Emprendedores fueron los primeros nómades que se asentaron y crearon las aldeas, que luego derivarían en pueblos y ciudades. Emprendedores los que intentaron dominar las fuerzas naturales, los que abrieron las puertas a nuevos mundos. También los grupos religiosos que emprendieron importantes luchas para dar a conocer sus creencias. En fin los políticos, que ubicados en diferentes momentos de la Historia fueron capaces de emprender, en el plano ideológico, teorías que permitieron cambiar regimenes de gobierno y promover el cambio social.
Desde el ámbito filosófico, económico, de las artes, etc., no ha existido área del quehacer humano en que no se reconozca la presencia de personas o grupos de ellas que hayan emprendido cambios.
Este emprendimiento supone la capacidad para incorporar modificaciones y así enfrentar nuevas visiones, pero además conlleva una buena dosis de incertidumbre.
Es habitual asociar esta característica exclusivamente al mundo empresarial. Sin embargo el emprendimiento no es para nada un atributo exclusivo del empresario (o bien todos tenemos algo de ellos) es por el contrario una característica intrínseca de los seres humanos.
Nos detendremos en las siguientes líneas, en el empresario como objeto del emprendimiento. Sin duda estaremos de acuerdo en que un empresario emprendedor es aquel que analizando la situación de un momento -en la vida social y económica de un país o del mundo, aceptando que esta sociedad se ha definido como una “Aldea Global”-, identifica ámbitos de su quehacer que puedan producir cambios innovadores y fundamentalmente que crean riqueza y/o respondan a necesidades reales de las personas, cautelando aspectos propios del desarrollo y del medio ambiente.
En nuestra opinión, no es emprendedor aquel que respaldado en su habilidades comerciales, incrementa sus haberes o aquel que inventa necesidades inexistentes y, a través de un buen marketing, las disfraza como originadas en las personas y las transforma en indispensables para su vida.
Este tipo de empresario no emprende, solamente especula, lo cual no es nuestro animo criticar, pero sin duda establece una clara diferencia con los primeros.
Juzguen ustedes, revisando el cuerpo económico de cualquier diario o revista, quiénes emprenden y quiénes especulan.
Pero entre los políticos también hay emprendedores: son aquellos que tienen la capacidad de impulsar cambios, desde una perspectiva amplia respecto al desarrollo equilibrado de su país en el contexto mundial, desde una perspectiva reflexiva (asentada en la experiencia), no impulsiva, que posibilite el emprender cambios para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, pero aquellas que son reales y no impuestas en forma ficticia por algunos medios de comunicación.
Ellos son emprendedores no solo porque son capaces de visualizar, identificar las necesidades reales de la gente, sino que también porque desde la convicción y la experiencia trabajan por la transformación de nuestro país en una sociedad más digna, más justa y más hermana y no desde el slogan del cambio por el cambio.
Hay otros políticos que se acercan más bien al perfil del especulador, que confía en que basta que sus palabras tengan el respaldo de encuestas, simpatías, focus groups, o la repetición de lugares comunes.
A especuladores, empresarios y políticos, los guía la ambición personal, no tienen como Norte el mejor destino de nuestro país (de hecho se refieren a “este país”) y mucho menos les interesa lo que piensa la gente, al revés, quieren que la gente piense como ellos.
Desde la Antigua Grecia, se define Democracia como el Gobierno del Pueblo y para el Pueblo y es en las elecciones donde los ciudadanos, ojala despojados de la farándula de promesas y actitudes, elegimos a quien nos continúe acercando al Chile con el cual soñamos y por el cual luchamos.