La oportunidad de los indecisos
Juan Pablo Cárdenas
Premio Nacional de Periodismo 2005
Considero muy saludable que un buen porcentaje de ciudadanos todavía no tome decisión en la contienda presidencial. Cuando recién comienzan formalmente las campañas, todos los recursos de los candidatos estarían demás si ya tuviéramos definido totalmente nuestro voto. Por el contario, a los indecisos les podremos agradecer que los postulantes se obliguen a definir idearios, programas y equipos de trabajo, al mismo tiempo que poner a prueba sus atributos y convicciones ante los otros candidatos y los medios de comunicación.
El único riesgo ahora es que el dinero se imponga en la definición ciudadana, sobre todo cuando los recursos de unos y otros son muy disímiles y la Ley Electoral es flagrantemente violada por los partidos y comandos.
En estos comicios, compite el candidato presidencial más rico de todos los tiempos y todo indica que quienes han morado en La Moneda durante los 20 años del post pinochetismo no tienen muchos remilgos en usar los recursos e influencias de sus cargos para extender su gobierno un período más y salvar a su coalición de un inminente colapso.
Es preciso que los chilenos hagan un serio ejercicio ciudadano al momento de escoger su opción. Que no sucumban ante el eslogan y la promesa electoralista. Que no opten por escoger entre el mal conocido que el desconocido. Que voten a perdedor, incluso, si con ello atienden mejor a sus ideas o a un futuro más remoto. La inercia política o las promesas de un cambio que no se condice con sus acciones pueden acarrear serios trastornos en un país que ebulle socialmente por las graves inequidades sociales, el desencanto juvenil, la discriminación étnica y el abandono del estado de su papel rector en la economía, la educación, la salud y otros pendientes que afectan tanto nuestra convivencia. Ojalá en estos comicios, el pueblo chileno vuelva a asumir que la violencia no se cura con más represión sino con más justicia social y que la paz es el “respeto al derecho ajeno” como lo proclamara Benito Juárez.
Para la consolidación de la democracia, los ciudadanos deben respaldar a quienes efectivamente se muestren resueltos a derribar la constitución autoritaria e iniciar un proceso destinado a que una Asamblea Constituyente defina una nueva carta fundamental. Treinta años de reformas cosméticas amenazan con un nuevo y severo quiebre institucional. Es preciso que las Fuerzas Armadas por fin se sometan a las autoridades legítimamente elegidas y que los trabajadores adquieran su sindicalización automática, al mismo tiempo que puedan negociar colectivamente y ejercer derecho tan fundamental como el de la huelga.
De esta forma, el país debe fundar su soberanía en la capacidad de integrarse y convivir en armonía con sus vecinos. Atendiendo a sus justas demandas históricas y a la conveniencia nuestra de rebajar considerablemente nuestros gastos de defensa en beneficio de nuestro desarrollo. Asumir que somos soberanos si tenemos verdadera tuición sobre nuestras riquezas del suelo, del subsuelo y de nuestras aguas dulces y oceánicas. En un país en que la complacencia política y militar ha permitido hasta que nuestras altas cumbres y hielos eternos caigan bajo dominio extranjero.
Quiero pensar que los indecisos son los que están cavilando mejor respecto a quién darle su voto. Una vez de convencerse de quien o quienes de los que compiten tienen una real voluntad de servir a Chile por sobre sus intereses personales o grupales. Hombres y mujeres que votarán con libertad, con una buena dosis de audacia, sin los paralizantes temores de los que sufragan siempre en contra de tal o cual candidato y pasan los años sin abrazar utopías y jugárselas por el destino colectivo de un país agotado de falsas promesas y frustraciones.