Lo que las balas no matan
Victoria Uranga Harboe
Directora Cátedra UNESCO-UDP
“Medios de comunicación y participación ciudadana”
No matan la rabia y ni el dolor que muchos y muchas sentimos con la muerte del joven mapuche Jaime Mendoza Collio, por el contrario, lo empeoran al constatar que fue con una bala por la espalda, que él no estaba armado y que según un testigo estuvo más de una hora esposado sin atención médica.
No matan una lucha que sigue sumando víctimas. Alex Lemun, Juan Collihuin y Matías Catrileo son parte de la historia reciente del uso abusivo de la fuerza por carabineros contra los mapuches. Las balas no acallan las voces que dicen que nada justifica la violencia, ni en la Araucanía ni en ninguna parte.
No matan la esperanza que seguro sentían un centenar de representantes de comunidades mapuches, que hace un poco más de un mes viajaron a Santiago para entrevistarse con la Presidenta. Esa vez no fueron recibidos y los mantuvieron convenientemente alejados de palacio. Su solicitud, como muchas otras veces, era por la demora de respuestas a sus reclamos de tierras.
No matan las exigencias que implica el que Chile haya ratificado el Convenio 169 de la OIT que está pronto a entrar en vigencia. No hay excusas. “El pueblo mapuche no es un pueblo de criminales ni terroristas” recientemente lo dijo la Comisión de pastoral mapuche de la Iglesia Católica.
No matan a las comunidades que están acostumbradas a resistir. Sólo un ejemplo es leer la carta que Roberto Manquepi, Longko de la Comunidad de Butalelbun de Alto Bío Bío, escribe desde la cárcel de Los Ángeles: “Los hijos de nuestros hijos son los que van a gozar los frutos, que puedan tener la libertad de vivir en sus comunidades sintiéndose libres y que aprecien lo que les dejamos o intentamos dejarles. A los mayores les pido que aconsejen a sus hijos para que aprovechen las oportunidades de estudiar, porque mientras mas estudio tiene la persona mejor puede ayudar a su comunidad y mejor contrapeso puede hacer frente al abuso y los engaños.”
No matan la injusticia de los delitos que cometen los agentes policiales del estado en contra de los mapuches que son de “competencia” de la justicia militar. Esa falta de imparcialidad e independencia lamentablemente sólo se acentúa con soluciones policiales más enérgicas. Por lo tanto, tampoco matan la necesidad de seguir explorando caminos infinitos de concretar lo que ya es un sentir común por legítimas demandas de tierras mapuches y reconocimiento del pueblo mapuche.
No matan la tierra que es de todos y que no nos pertenece. Mapuche significa Gente de la Tierra, lo aprendí en el colegio, lo dijeron nuestros antepasados, quiero volver a decirlo hoy y espero que lo digan las generaciones venideras.
Esas balas lo único que hacen es acrecentar el miedo y la injusticia en democracia. Lo único que hacen es aumentar la necesidad de buscar nuevos y mejores caminos para escucharnos, para volver a dialogar en el respeto y la aceptación. Esas balas lo único que logran es que el azul del que todos venimos y que aprendí de Elicura Chihuailaf, hoy brille con más intensidad.
Es cierto Victoria, no siempre matan…pero su daño es enorme. La situación de los pueblos originarios en Chile y en muchos países del mundo es dolorosísima por sus impactantes niveles de crueldad y no respeto, sería interesante una revisión desde los medios de comunicación el rol que se ha cumplido.
..Buen articulo Victoria;..a no cejar en el apoyo a nuestros mapuches..!