I can´t get no Satisfaction
Blanca Lewin
Acrtiz
Cuando uno entra a una librería, cualquiera en Chile, espera al menos encontrar aquellos autores clásicos de los que evidentemente debería haber material, tanto por sus status de clásicos que se reeditan hasta el infinito, como porque lo exigen en el colegio o porque sí no más.
No se me ocurriría entrar a cualquier librería de mall y que no tuvieran absolutamente nada de Tolstoi, de Shakespeare o Cervantes. Y si no fueran clásicos (pensando en algo más pop), están los Best Sellers que nunca fallan. Steele, Grisham u otros de ese estilo con el título en relieve y tonos tornasol en sus blandas tapas.
Tampoco faltan suficientes libros de autores contemporáneos taquilleros. Aunque no esté la bibliografía completa, es fácil encontrar varios títulos de Paul Auster, Ian McEwan, Haruki Murakami, José Saramago, Isabel Allende, y un largo etcétera. Aunque sabemos que quizás la gente que lee no es mucha, siempre habrá un comprador para estos autores que menciono, puesto que son reseñados frecuentemente en revistas y diarios nacionales e internacionales. O por
simple boca en boca. O porque el vendedor de la librería te lo recomendó.
Sin embargo, me da la impresión de que con la música no pasa lo mismo. O sea, discos de bandas de moda no faltan, cuando éstas son las más ultra masivas y adolescentes posibles. De otras bandas más adultas uno encuentra apenas el último o peor: el penúltimo disco editado por ella con suerte. Es cierto que si usted entra a cualquier disquería (que no sea especializada en otra cosa) encontrará fácilmente a Mozart, Beethoven, Chopin, etc. Clásicos. Clásicos de música docta, especifico. Pero existen otros clásicos: los de la música popular, por qué no.
¿Se imagina entrando a cualquier Feria del Disco y que no tengan nada de Los Beatles? Son un clásico, nadie lo puede negar. No se agotan nunca porque no son la banda de moda, y siempre es posible encontrar varios títulos. Pero curiosamente nunca está la discografía completa a menos que uno se compre el box set que viene con todos los discos. Pero bueno: ahí están.
Tan universales, clásicos y populares como Los Beatles, son los Rolling Stones. Uno pensaría que si anda buscando discos de los Rolling Stones, cualquiera, incluso uno en particular, quizás no lo encuentre en la primera disquería a la que entra. Se topará con otros discos de la banda, pero llegará a una finalmente donde sí va a estar. Pues bien. En Chile nadie escucha a los Rolling Stones. O nadie compra a los Rolling Stones.
Me paseé hace unos días por varias disquerías, y no sólo no había el disco que buscaba. No había ninguno de los Rolling Stones!!!! En un par de disquerías encontré uno (otro, no el que buscaba) y en la otra el CD, porque ni siquiera el DVD de Shine a Light, por ejemplo (el documental de esta banda que hizo Martin Scorsesse… si hasta el tata Scorsesse es fan!!!).
En Chile no se escuchan los Stones. Será cosa de argentinos entonces. Pero ellos sí que escuchan también a los Beatles. País FOME, sin rock n’ roll. Sin los Rolling Stones.
Que fome la columna. Esperaba más.
Hablas de una disquería pensando que funciona como una biblioteca pública, y agregas tus gustos personales, sin mayores distingos, sin argumentar, sin construir más lenguaje que el alusivo; el que señala con el dedo y da por hecho.
Lo definiría como un Banal Culteranismo.
Sugiero esforzarce más