Deudas Patrimoniales
Francisco Chahuán
Diputado
Valparaíso tiene que hacerse cargo de una porción del patrimonio de la humanidad y en esto tiene un rol fundamental el Estado.
Diversas actividades se han realizado para conmemorar el sexto aniversario desde que Valparaíso fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Independiente de dicha nominación, también en julio de 2003, el Congreso resolvió que nuestra ciudad Puerto sería la Capital Cultural de Chile. Aquello implicaba convertirnos en sede del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, organismo encargado de apoyar el desarrollo y la difusión de ambas, contribuyendo a conservar, incrementar y poner al alcance de las personas el patrimonio cultural de la nación y potenciando su participación en la vida cultural del país.
Hoy vemos que lo que más ha resguardado el Consejo fueron las antiguas dependencias de Correos de Chile, donde se importan básicamente políticas desde Santiago. La concepción de una nueva institucionalidad cultural, que buscaba descentralizar el funcionamiento de las entidades estatales, y la señal de instalar su sede en Valparaíso, no ha pasado de ser mucho más que un gesto.
El reconocimiento de Valparaíso como un bien que constituye una riqueza de gran significado para el mundo, debiera implicar decisiones y responsabilidades que no se han asumido como corresponde. Aparte de los presuntos malos usos de dineros destinados por el Banco Interamericano de Desarrollo por su nuevo status, han faltado medidas audaces.
A pesar de las declaratorias, Valparaíso no se la ha jugado por conservar su patrimonio y esto exige una revisión completa sobre qué queremos de y para nuestra ciudad. Lo más valioso de sí es el ciudadano patrimonial, a partir del cual es posible ponerla en valor, pues cada calle, casa y cada persona que habita este Puerto contribuye a su cultura. Asimismo, junto con garantizar la sobrevivencia de iconos históricos de la urbanidad porteña –los troles, los ascensores– es necesario, entre otras cosas, establecer una Zona a los creadores de las diversas disciplinas artísticas y a las llamadas industrias culturales.
Una resolución de este tipo podría otorgar a Valparaíso el sitial de capital cultural de Chile que no le ha dado la instalación del Consejo ad hoc mirando hacia la Bahía. Valparaíso tiene que hacerse cargo de una porción del patrimonio de la humanidad y en esto tiene un rol fundamental el Estado. Debemos estructurar nuestro quehacer en esa dirección, conviniendo que hasta ahora no hay grandes obras de restauración, rescate ni reciclaje de edificios ni barrios, ni políticas estratégicas en ese sentido. Una opción, entre varias, es establecer normas diferenciadas para la modificación de uso del suelo en ciudades patrimonio.
Este tema no tiene que ver con apatía de las personas. El pasado Día del Patrimonio volvimos a confirmar que sí hay interés y una manera concreta de fortalecerlo sería conmemorando dicha jornada el último domingo de cada mes y no sólo una vez al año. El Artículo 19 de la Constitución Política asegura a todas las personas el derecho a la educación y define como una tarea del Estado fomentarla en todos sus niveles, estimulando la creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural de la nación.
Lamentablemente, hoy las historias de nuestras comunidades –y con ellas, las propias, las personales– van desapareciendo tras la aplanadora del progreso (y esto no corre sólo para Valparaíso).
Es urgente aunar fuerzas y escuchar a las organizaciones ciudadanas que hace tiempo nadan contra la corriente, acogerlas y fijar criterios para que el “desarrollo” no signifique demoler el pasado, sino rescatar lo mejor de éste, para convivir con él.