Datos Duros

joelJoel Muñoz

Publicista

En la Población Yungay, con más de 16 mil habitantes, las estadísticas revelan que más de la mitad de las personas tienen relación directa o indirecta con la droga, sea porque se consume, porque se la vende o trafica, o algún familiar directo depende de ella. Así, en este sector, son más de tres mil los jóvenes y niños que están viviendo las severas consecuencias y daños que ésta produce.

La comuna de La Granja es uno de los sectores más duramente golpeados por la pasta base de cocaína, alcanzando en ella los índices de adicción más altos del país. La Población Yungay es el centro de la droga en esta comuna.

La Escuela “Casa Azul” remonta su origen al año 1985, cuando un grupo de jóvenes, en la calle, realizaba tareas de acompañamiento y rehabilitación de jóvenes drogadictos en este sector. Es hoy una escuela producto de la iniciativa y esfuerzo comunitario que ha buscado responder a la marginación y falta de respuestas del propio sistema educativo, con una propuesta educativa que “asume como punto de partida la realidad familiar, social y cultural de los niños” y que les brinda 10 horas diarias de acogida.

En la actualidad atiende a 180 niños y niñas entre 5 y 17 años de edad, pertenecientes a Poblaciones Yungay, Malaquías Concha y Joao Goulart.

La Escuela “Casa Azul” forma parte del Programa de las 900 Escuelas más pobres del país.

Se ubica en Avenida Yungay Nº 0641, en un terreno de mil 200 metros cuadrados. Actualmente cuenta con una infraestructura básica, gracias al esfuerzo comunitario expresado en campañas, aportes y trabajos de la comunidad.

Un problema permanente que debe enfrentar es la carencia de recursos económicos. La subvención estatal alcanza a cubrir el 50 por ciento de los gastos, debido a que los niveles están formados por 24 a 25 niños y porque la jornada es de 50 horas semanales; a diferencia de lo normal en otras Escuelas: 30 horas semanales y 45 niños por curso. Esta situación produce gran desgaste del equipo de profesores y resta tiempo y dedicación al quehacer principal: La tarea diaria con los niños.

La experiencia de la Casa Azul es una comprobación de que la tarea educativa, sobre todo en nuestros barrios, tiene sus problemas principales ubicados fuera de la Escuela: son la pobreza, la marginación, la droga y sus consecuencias, los principales obstáculos para el desarrollo educativo de los niños y niñas. Este es un hecho que el sistema educativo y la sociedad entera deben asumir si queremos ser aporte real en el desarrollo de los jóvenes, en especial de los sectores populares. Son ellos, el sector de la sociedad chilena más dañado, quienes han pagado el costo más alto del modelo de exclusión social, económico y cultural que impera hoy en Chile.

En nuestro país, siguen siendo más de un millón los niños y jóvenes menores de 25 años quienes más sufren la exclusión de los “beneficios” del desarrollo, de los cuales más de la mitad habita las Poblaciones periféricas de Santiago.

Estos miles y miles de niños y jóvenes vienen sufriendo la desnutrición y falta de afecto antes de nacer y luego los efectos de la pobreza: abandono, prostitución, violencia y consumo masivo de pasta base. Asistimos a una realidad de dimensiones estructurales que demanda respuesta y tratamiento consecuente que no llega.

Para estos niños y jóvenes no hay respuesta, el sistema educativo los excluye y estigmatiza. No hay en estas calles alternativas serias de capacitación y trabajo, no hay recreación sana orientada.

Los Ministerios, Instituciones, Iglesias, no van más allá de los diagnósticos: O no perciben la realidad del problema o son presa de una abismante insensibilidad.

El Estado hace esfuerzos para mejorar y extender la represión a la delincuencia. Los medios de comunicación alertan y preparan para enfrentar a este “nuevo enemigo interno”, formado por la niñez y juventud marginada de nuestras poblaciones.

Desde el corazón de esas mismas poblaciones surge la preocupación y la decisión de luchar por no dejar morir poco a poco a sus hijos. Entonces, a pesar de las carencias, se multiplica la creatividad, la organización y las acciones para enfrentar este flagelo, con la fuerza de la iniciativa comunitaria y la esperanza en la solidaridad humana.

La Escuela Casa Azul ha formado una red solidaria para construir un liceo técnico que permita a los jóvenes capacitarse para una profesión. Una causa que vale la pena.

(El contenido de esta columna es una reproducción casi textual de antecedentes proporcionados por el equipo de profesores de la Escuela Casa Azul de la Población Yungay de La Granja)

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El Periodista